jueves, 31 de marzo de 2016

Cómo adaptarse hoy al trabajo de la próxima década

'Ir a trabajar' sonará extraño en 2025. Para entonces los profesionales serán los dueños de su conocimiento y las empresas tendrán que competir por atraer a los mejores 

Puestos bajo demanda, trabajar sin ir al trabajo, colaboración entre humanos e inteligencia artificial en una nueva relación laboral; una flexibilidad nunca vista que implica consecuencias profesionales y personales a las que tendremos que adaptarnos; trabajo por proyectos y fórmulas de empleo independientes; nuevas profesiones que ni imaginamos y otras que hoy tienen éxito y ofrecen empleo y que pronto quedarán obsoletas; convivencia definitiva de varias generaciones en las empresas; nuevas fórmulas de reclutamiento; cambios demográficos... Son algunos de los factores determinantes que EY señala en su análisis Tax for business leaders publicado recientemente en Financial Times, y que hablan de cómo trabajaremos en 2025.

Conociendo cómo será el trabajo en la próxima década cabe preguntarse si hoy es posible adaptarse a lo que vendrá en el futuro:

TRABAJAR SIN IR A LA OFICINA

¿Será posible que cada vez más profesionales dejen de estar en la sede de la compañía en la que trabajan para desarrollar su actividad diaria? Este "trabajar sin ir al trabajo" tiene mucho que ver con una nueva relación laboral que se orienta básicamente a prestar servicios antes que al contrato tradicional por horas. Con esta nueva relación laboral desaparece la ubicación física en la empresa, el cargo, y la necesidad de que haya un jefe o sea necesaria la supervisión.
Un reciente encuentro de la London Business School's Global Leadership Summit, concluía que en 2020, el 50% de los profesionales no irá a la oficina para desarrollar su trabajo.
Eso implica, entre otras cosas, acostumbrarse a trabajar para varios jefes, y relacionarse con ellos de una forma muy diferente; y también unos modelos de reconocimiento y de carrera profesional que nada tienen que ver con los de hoy. Por supuesto, habrá otras maneras de valorar nuestro rendimiento y eficacia; y las normas por las que se regirá nuestra práctica profesional serán también distintas y afectarán a nuestra carrera.
El compromiso con la organización será asimismo difícil de gestionar, ya que la dedicación plena no existirá, y así la difuminación de fronteras implicará algunas consecuencias jurídicas, ya que habrá que contar con nuevos modelos e indicadores para medir el rendimiento y la productividad.
La tendencia de trabajar sin ir al trabajo será posible, pero con algunos matices: sólo podrá darse en determinados sectores y funciones, y habrá que tener en cuenta que ni todos los empleados son susceptibles de realizar esta clase de trabajo en esas condiciones, ni tampoco de hacerlo todo el tiempo. Y tampoco puede implementarse como una política de café para todos. Ha de ser el resultado de una cultura de trabajo por proyectos, en estructuras menos jerárquicas y más matriciales.

UNA NUEVA FLEXIBILIDAD

Parece evidente que una línea mucho más difusa entre la vida profesional y personal tiene que ver con el cambio que se produce en ciertas reglas laborales o de relación entre empleado y empleador. Antes el trabajo era un lugar al que se iba a realizar una determinada tarea durante un tiempo, pero la economía de servicios lo convierte en un estado, en una actividad o una acción.
No es una novedad que el trabajo como hoy lo conocemos tiende a desaparecer, y esto supone rediseñar el concepto de empleado, que es un profesional con mayor autonomía para el que resulta indiferente dónde se esté físicamente.
Las relaciones laborales estarán más orientadas a la prestación de servicios que al contrato tradicional por horas, y los presupuestos tradicionales sobre la conciliación de la vida laboral y la personal estarán obsoletos. Así, tenderemos a hablar de integración más que de conciliación, porque la disponibilidad de 24 horas y la injerencia de las compañías en nuestra esfera privada será algo cotidiano. Atender a esta exigencia será (ya lo es) una decisión personal que tendremos que gestionar adecuadamente.

QUIÉN GESTIONA EL CAMBIO

Los cambios radicales en el mercado laboral, que pasan por la forma en la que se trabaja, por los modelos de búsqueda de empleo, o por las capacidades inéditas que exigen las compañías, provocan una gran incertidumbre entre quienes buscan trabajo o pretenden reinventar su carrera profesional. Pero además plantean la duda acerca de quién mandará en el mercado de la selección del futuro y quién estará al frente de la gestión de personas en este escenario laboral de la próxima década.
Llegan nuevos agentes al mercado del reclutamiento, surgen las recomendaciones de particulares; las ofertas invisibles (los contactos personales, mucho más que el currículo, influyen en la posibilidad de encontrar o cambiar de empleo)... La cuestión es quién va a estar al frente de las recomendaciones, de la selección y adecuación de los nuevos perfiles profesionales que se exijan.
Las compañías serán cada vez más autosuficientes en términos de selección, y los agentes que se muevan en este mercado tendrán que ofrecer soluciones en las que entrarán en juego nuevos factores. Será necesario conocer cómo funciona el mundo 2.0 en todo lo que se refiere a la identificación, evaluación y desarrollo de los candidatos.
Para empezar, los departamentos de recursos humanos estarán cada vez más cercanos al negocio, actuando como business partners. La transformación digital de las compañías implica retos definitivos para el área de recursos humanos: liderar este cambio, las redes sociales corporativas, la relación con los candidatos, el digital employer branding, la búsqueda de perfiles digitales, o los programas de referrals. Además, tendrá que entender y gestionar la movilidad de los profesionales; deberá alinear la comunicación cuando el equipo está repartido por el mundo, con diferentes formas de colaboración, aportando su talento único al grupo. Y en ese escenario cambiante e incierto será necesario gestionar la transformación dentro de la propia organización.

ADIÓS CONTRATOS...

En el futuro, los trabajadores serán los dueños de su conocimiento y cada vez serán más los que trabajen por su cuenta. Alexis de Bretteville, CEO de Hudson Europa y con una experiencia de más dos décadas en gestión de personas, anticipa que en una década el 50% de las personas trabajará sin contrato laboral. Junto son los autónomos y los freelance convivirán otras especies como los knowmads -nómadas del conocimiento, su razón de ser- y los e-nomads -sin un territorio fijo para trabajar hiperconectados-. A ellos se unen los denominados golden workers, un colectivo más que numeroso al que cada año se suman los primeros Baby Boomers, profesionales que han superado la edad de la jubilación pero que desean seguir trabajando.
Todos ellos son reclamados por las organizaciones -sobre todo estos últimos por su experiencia y una mayor disponibilidad-, que tienen la obligación de establecer una relación laboral que garantice el compromiso de estos profesionales. Las start up ya están acostumbradas a trabajar con estos perfiles. Casi siempre con la intención de evitar gastos fijos, optaron por contratarlos por proyecto.
Estos profesionales también se decantan por una relación más flexible que les permite cierta libertad para diversificar sus clientes y, de esta manera, nutrirse de la experiencia de trabajar para varios proyectos marcados por la innovación tecnológica. Las grandes organizaciones se plantean ahora aprender de las start up. Las corporaciones carecen de la flexibilidad para adaptarse a estos perfiles movidos por la rapidez y la eficacia. Empresas como Google han tratado de solucionarlo creando equipos de trabajo más pequeños que permitan esos entornos que estos profesionales demandan.

OTRA RETRIBUCIÓN

¿Cuánto cuesta la creatividad? ¿Y la independencia? Cómo se paga a este colectivo independiente es la gran incógnita. ¿Están preparadas las organizaciones para pagar más a quien realmente más aporta? La retribución tiene que adaptarse a este panorama en el que los contratos mercantiles serán la tónica dominante. Parece evidente que cuanto más único sea el conocimiento, más estarán dispuestas a pagar las empresas por el mismo, sobre todo si se trata de quitárselo a la competencia. Germán Nicolás, director general para el sur de Europa de Korn Ferry / Hay Group, explica que ya se están adoptando algunas prácticas para fidelizar a los independientes: "En determinados trabajos autónomos no sólo se paga por el trabajo realizado, sino que además existe un premio vinculado al trabajo que se consigue". Recompensar a aquellos que más aportan, al margen de la relación laboral que establezcan la empresa, es un desafío que, hoy aún tiene un largo recorrido.
Otra de las propuestas para atraer a este talento específico, y que cada vez más a menudo hay que localizar fuera de la compañía, es diseñar un modelo que permita beneficiarse de las políticas de bienestar que las organizaciones tienen para su personal en plantilla. Por ejemplo, durante el tiempo que desarrollen determinado proyecto, ofrecerle un plan de incentivos. El gran dilema es cómo conjugar a estos trabajadores muy cualificados con los que están en plantilla que, a diferencia de los primeros, disfrutan de los derechos laborales que otorga un contrato.

¿PROFESIONES SOSTENIBLES?

Quizá los trabajos con éxito -la mayoría de ellos hoy no existen- no sean sostenibles en el tiempo. Es posible que muchos no logren perdurar y dejen empantanados a miles de profesionales en lo que hoy se denominan nuevos perfiles. Hay quien se siente seguro tras las denominaciones novedosas de los customer success, brand evangelist, scrum master, o growth hacker, pero estos puestos que surgen para satisfacer las demandas del mercado de trabajo y de las empresas tal vez no sean la solución definitiva a la búsqueda de trabajo.
Es posible que nos encontremos ante una burbuja de profesiones, y que en el futuro también sea muy difícil aconsejar a alguien que tome el camino de esas nuevas ocupaciones.
Hoy no resulta fácil distinguir entre lo que es y será una nueva profesión y lo que tan sólo es una función o una tarea temporal a la que obliga la tecnología que está vigente en un momento determinado. Una profesión no es algo que necesariamente se estudia, sino que es una especialidad reconocida por la que el mercado te busca y está dispuesto a contratar tus servicios.

Expansión

miércoles, 30 de marzo de 2016

5 signos de que estás en el trabajo equivocado

Todo trabajo tiene sus pequeñas desilusiones o molestias, hay que reconocerlo. Siempre hay días en los que se acumula un mayor índice de estrés, podemos tener una pequeña riña por desacuerdos entre diferentes miembros del equipo o simplemente tenemos un mal día. Pero hay determinados síntomas que nos indican que estamos en el trabajo equivocado.

Si sólo de pensar en la idea de volver al trabajo se nos hace un camino cuesta arriba todos los días, seguramente significa que el trabajo que desempeñas no sea el adecuado para ti. Un empleo correcto es aquel que te aporta retos que aceptas con ilusión, los cuales intentas superar buscando recursos de manera activa y sin decaer al instante.

Hay días más fáciles que otros, esto es obvio, pues sucede tanto en las empresas como en la vida diaria. Sin embargo, el trabajo adecuado es el que genera una experiencia positiva en ti. Por eso, recuperamos un post publicado por Forbes en el que se describen 5 signos que denotan la falta de encaje entre tu empleo y tú.

1. Cuando tu trabajo te aburre. Tu empleo debe proporcionarte retos constantes. En el momento en que tu trabajo te aburre, ya sea por su monotonía o por falta de tareas que desempeñar es mejor que planteas hacer un cambio en tu vida. El trabajo no tiene porque ser una tortura, sino que, en parte, debe convertirse en algo ocioso.
2. Cuando tu trabajo resulta más una molestia. Considerar que tu lugar de empleo es más una molestia y una angustia constante, mal signo. Nos pasamos un tercio del día ejerciendo estas labores, por eso, si en ningún momento experimentas un pequeño sentimiento de victoria es porque, seguramente, no es el trabajo correcto.
En el trabajo idóneo hay algo que esperar todos los días. Eso no quita que persistan algunos momentos de irritabilidad, pero hay ciertos momentos interesantes y divertidos que contrarrestan esta parte negativa.
3. Cuando ninguno de tus compañeros refuerza tu talento. En la empresa en la cual estés afincado como mínimo uno o dos de tus compañeros deberían tener la suficiente confianza o relación para que puedan felicitar nuestros logros. Todos los empleos nos relacionan con personas muy distintas con las que no necesariamente tenemos que congeniar. Pero sí que tener un grupo, aunque sea reducido, de compañeros con los que te complementes es positivo, pues también te hará crecer, adaptándote a nuevas personalidades, a la vez que te sentirás más a gusto.
4. Cuando el domingo por la noche te sientes mal al pensar en el lunes por la mañana. Si sólo de pensar en volver al trabajo te provoca malestar, estás en el trabajo equivocado. Pero tampoco te sientas mal por ello, porque muchas personas, alguna vez en la vida, han pasado por situaciones similares.
5. Malestar corporal. Algo totalmente definitivo para afirmar que el espacio de trabajo que ocupas no es el correcto es cuando todos estos síntomas se juntan en un malestar corporal. Dolores de cabeza, de barriga… pueden aparecer por la presión psicológica a la que estamos sometidos. “La madre naturaleza es el mejor maestro”, afirman desde el portal.

El miedo puede ser el peor aliado para identificar e incluso para poner freno a este empleo. Pero salir del trabajo equivocado es posible y si uno no se siente a gusto con las tareas que desempeña, no tiene por qué esperar.

lunes, 21 de marzo de 2016

Cinco secretos que jamás deberías revelar en tu trabajo



Cuánto ganas, eres el favorito de tu jefe y eso te da una posición privilegiada, vas a ascender y serás quien mande a quienes hoy son tus compañeros, tu vida en las redes sociales no tiene nada que ver con lo que haces y te exigen en el trabajo,buscas un nuevo empleo desde el puesto que ocupas... Son cinco situaciones que requieren una gestión especial y una discreción específica. ¿Podrías con ellas?

Si hubiera que resumir mucho el origen de los conflictos que te envuelven en tu trabajo tal vez se pueda concluir que la relación con tu jefe (y con ciertos compañeros tóxicos); la forma en la que te vendes o te mueves hoy en las redes sociales; y la decisión de ser demasiado transparente, pueden condicionar tu vida laboral. Parece evidente que con tus compañeros de oficina -e incluso con quien te manda- pasas cada día más tiempo que con tu propia familia y amigos. Por eso, aunque ser honesto es una norma, debes cuidar no pasarte de transparente, ni excederte en la información que facilitas.

Hay cinco situaciones en las que la discreción y una buena gestión personal pueden ayudarte a no tener problemas: Para empezar, está la forma de manejar el supuesto de que te enteres con antelación de que vas a ascender y te convertirás en el jefe de los que ahora son tus compañeros.

También está el caso de que seas el favorito de quien manda, con una relación de confianza profesional que te otorga una posición predominante dentro de tu organización. Aunque no puedas ocultarlo, se trata de no alardear de ello. A esto se une la norma de no hablar demasiado sobre lo que ganas, y por supuesto acerca de lo que crees que mereces, en comparación con el resto.

Además puede ser que tu vida en las redes sociales no se adecue a la vida real profesional (incluso personal) y, por último, la situación que provoca el hecho de que busques empleo desde tu actual trabajo. ¿Conviene que se sepa que quieres irte?

    Te van a ascender y serás el jefe de todos estos... Montse Ventosa, socia directora de Grow, explica que a pesar de que el lugar de trabajo es un sistema social, y es fácil socializar, a menudo puede suceder que al finalizar la relación laboral, aquellos a quienes se consideró un día amigos o enemigos dejan de serlo. Cree que "es conveniente tener muy claro que el paisaje laboral es un paisaje social bien distinto del resto de vida social. Esto no debe confundirse con ser uno mismo. Uno puede serlo, pero ha de tener muy claro que en el lugar de trabajo debe mantener un rol determinado. Hay que ser consciente de los límites y fronteras personales en la relación con los demás". Añade que "la información es un intangible muy preciado, y por eso algunos la confunden con el poder. En función de los límites que uno se marca, la información que se comparte debe ser una u otra". Por eso, si has sido designado como el siguiente jefe de quienes hoy son tus compañeros, y estás en la fase en la que esa información no puede ser compartida, resulta determinante gestionar qué puedes revelar sobre ti mismo, sobre todo si sabes con antelación que vas a ser el jefe. Debes guardar ese secreto, y bajo ningún concepto conviene revelarlo a nadie de la organización. Ventosa sugiere, además, algunas estrategias y consejos para que sea más llevadero vivir con aquello que no puedes contra: En primer lugar, conviene que visualices el día en el que serás definitivamente jefe o asumas esa responsabilidad que hoy te prometen. Todo lo que digas o hagas puede ser utilizado mañana en tu contra (o a favor). Además, es hora de "cambiar la etiqueta". Esto implica tomar la decisión estratégica de construir tu reputación como jefe antes de serlo, generando credibilidad y confianza. No se trata de caer en amiguismos, ni en personalismos. No necesitas gustar a todos. Se trata simplemente de establecer las bases para una relación de confianza que te permitirá liderar convenciendo, no venciendo. Es la única forma que funciona en la era de la influencia. A esto se añade la necesidad de centrarse en aprovechar la oportunidad única de conocer a tus compañeros, como un igual. Puede ser una evaluación de un valor incalculable. Aunque debes marcar tus límites, analizando qué información revelas sobre ti y respetando también los límites de los demás para que no se sientan manipulados. Cuida tus apariencias. Debes ser bueno, pero también parecerlo. Si se percibe que tienes reuniones con tu jefe, más que con el resto, o que dedicas mucho más tiempo a unas personas que a otras, cuando mandes eso puede ser perjudicial para tu reputación. También has de recordar que la cultura se escribe con acciones, más que con palabras. Centra tu energía en realizar tu trabajo lo más profesionalmente que puedas, porque esto te ayudará también a que se entienda la decisión de que eres la persona más preparada para el puesto. Y ten en cuenta que esto está reñido con la arrogancia, el mayor mal del liderazgo al desembocar en egotismo. Practica las 3H: humor, humildad y humanismo.

    Eres el favorito de tu jefe, su mano derecha. La amistad con quien manda puede beneficiarnos, pero también es un arma de doble filo que en algunos casos resulta tóxica, tanto para el jefe como para el empleado. Como norma general, la clave es ser consciente de los límites entre la esfera personal y la profesional. Hay que tener en cuenta que cuando un jefe se involucra excesivamente con las personas de su equipo pierde objetividad. Además, si confundes una posible amistad con ser dócil e inofensivo, eso puede llevarte a estar en el grupo de confianza, pero sólo por adoptar el rol de satisfacer a tu superior. Y no puedes obviar que una posible amistad o relación privilegiada con un mal jefe puede ser tóxica, porque este tipo de superior ni valora, ni respeta a quien le adula. Debes prepararte para el hecho de que, cuando las cosas se pongan complicadas para quien manda, éste podría abandonarte a su suerte. Si eres el favorito del jefe, su mano derecha, y eso te otorga una posición privilegiada en la organización, has de tener en cuenta que, tarde o temprano, la gente se va a enterar. Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, aconseja "no presumir ni hablar gratuitamente de esa relación. Para el colaborador, la situación puede ser violenta, ya que si le promocionan o le pagan más que a los demás puede dudar si lo merece. También para el jefe resulta conflictivo, porque puede dar pie a que se dude de su ecuanimidad. El resto de compañeros puede preguntarse si están ante un topo, y si es realmente posible hablar con libertad". Peñalver añade que esta realidad es mucho más habitual de lo que parece: "Requiere de mucha madurez por todas las partes, y hay que distinguir muy bien la relación profesional de la personal".

    No piensas decir a tus compañeros cuánto ganas. Decir cuánto ganamos no debería ser un tabú si nuestra empresa practicara una política de transparencia salarial sana que no estuviera basada en criterios subjetivos o en culturas paternalistas. Pero esto no suele ocurrir en el modelo de organizaciones que impera en los países latinos, donde la cuestión de hablar de nuestro sueldo es algo prohibido que está marcado a fuego en nuestro código genético profesional. Pocos son capaces de dar pistas reales sobre su situación retributiva real. Esto tiene que ver con la falta de transparencia que existe en muchas organizaciones, pero no ocurre lo mismo en las empresas anglosajonas, donde todos los empleados conocen cuáles son las reglas del juego en materia retributiva y por qué unos ganan más que otros. Aunque no estés satisfecho con tu sueldo, no sirve de nada proclamarlo, ya que las indiscreciones en este sentido incomodarán a tus compañeros y te dejarán en evidencia frente a tus superiores. Recuerda que este tipo de indiscreciones te puede pasar factura si tu empleador se entera de tus quejas, porque pueden ser interpretadas como una presión para que te suban el sueldo sin una justificación aparente. Pero tampoco es una buena estrategia decir a todo el mundo que no ganas lo que te mereces. Si crees que tus méritos o tu desempeño deben ser recompensados con un incremento salarial, hacerlo público no te ayudará. Decir a unos y a otros que no te pagan por lo que realmente vales, no es la estrategia correcta. Además, si desconoces las bandas salariales, en qué posición te encuentras o a qué puedes aspirar en función de tus méritos, careces de las referencias reales que te permiten decir que estás mal pagado. En general, conviene analizar si realmente hemos cumplido los objetivos y hemos logrado los resultados que se justifican una subida salarial. Debemos vender nuestro progreso. este es nuestro mejor aval. Y un consejo final: no le digas a tu jefe que estás mal pagado, ni compares su sueldo o el de otros compañeros con el tuyo.

    Nadie debe conocer tu doble vida en las redes. Los expertos suelen decir que es mejor pasar inadvertido a utilizar nuestra marca personal de forma desastrosa, porque ese mal uso puede llevarnos a perder nuestro trabajo y a que un futuro empleador pueda rechazarnos. Una vez que has decidido tenerla y cultivarla no puedes volver atrás, ni abandonar, malgastarla o hacer un uso nefasto de ella. La marca personal no duerme, ni se coge vacaciones (aunque tú sí te las tomes). Lo que hagas bien y los errores que cometas te acompañarán para siempre. Ni siquiera cuando te quedas en paro podrás disimular ni ocultar tu realidad, porque esa falta de actividad en las redes, o los cambios que se reflejan en éstas, hablan de tu situación personal y profesional. Gestionar tu branding personal de manera desastrosa se convierte en un obstáculo para encontrar trabajo o para conservar el que tienes. Para mucha gente, vivir por encima de sus posibilidades en Facebook, Twitter y en otras redes sociales es ya algo cotidiano. Algunos presumen de una existencia idílica y envidiable y la documentan varias veces al día. Si eres de los que mantiene una imagen y presenta una realidad profesional determinada que no se corresponde con la vida que llevas en las redes sociales, debes valorar las consecuencias que tiene interpretar un papel y montar un decorado de cartón piedra que hay que alimentar constantemente. Hoy resulta complicado esconder lo que dices y haces en las redes. Y algunos estudios internacionales revelan que el perfil que mostramos en Facebook es ya un predictor de nuestro éxito profesional. El número de seguidores o la popularidad que obtengas en las redes sociales ya no es ni siquiera un elemento diferenciador. Debes ofrecer argumentos sólidos y constantes para demostrando que eres un profesional valioso.

    Jamás revelarás que estás buscando un nuevo trabajo. Siempre hay que salir bien y de forma elegante de la empresa en la que trabajas. Esta es la norma que debes seguir si buscas un nuevo empleo desde tu trabajo, o incluso si ya lo has conseguido y has decidido irte. Pase lo que pase, por mal que estés con tu jefe y por muy harto que estés de tu empresa; por mucha ilusión que tengas por el nuevo puesto que has logrado y del que nadie en tu oficina sabe nada... Sigue así, no digas nada; sé profesional y actúa con eficacia. Si buscas trabajo desde el trabajo no permitas que tu jefe note nada que le lleve a pensar que te has desenganchado emocionalmente de tu puesto. No transmitas falta de compromiso en el proyecto. Que tus mandos nunca dejen de contar contigo. El rendimiento y el desempeño no pueden bajar hasta el último momento. No es igual mantenerlo en secreto o que el jefe esté al tanto de esa búsqueda. El consejo general es que no se lo digas en ningún caso a tu jefe. Cuando te surja algo y hayas firmado, infórmale de que te marchas, sin estridencias. Si a pesar de todo tienes dudas, valora si en tu organización se permiten las conversaciones abiertas; analiza cómo es tu jefe y tu relación con él.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Diseña un plan de emergencia por si pierdes tu empleo



Desde el primer minuto, si has perdido tu trabajo o buscas uno nuevo, puedes ponerte en marcha y actuar eficazmente para recuperarlo o conseguirlo. Aquí tienes un 'kit' de consejos para activarte.

No tienes que esperar al fatídico momento en el que te enteras de que estás despedido, ni pasar por el estrés o la incertidumbre que te genera tomar la decisión de cambiar de trabajo o comenzar la búsqueda de un nuevo empleo... Puedes adelantarte a muchos acontecimientos que podrían llegar a superarte, y es posible diseñar un plan de emergencia al que puedes acudir desde el primer minuto. Eso activa tu búsqueda y te pone en el camino correcto.

Silvia Leal, asesora de la Comisión Europea y directora académica en IE Business School, recuerda que "quedarse sin empleo es algo cada vez más normal, porque el 47% de los trabajos que hoy tienen éxito va a desaparecer. Por eso conviene reenfocarse para llegar a uno de los empleos nuevos, a las nuevas profesiones. Tu manual de supervivencia pasa por ahí."
1. Aunque parezca chocante, hay quien recomienda empezar por "no hacer"

. Nekane Rodríguez, directora general de Lee Hecht Harrison, cree que el primer paso de un plan de emergencia eficaz es "pararse, no contactar con nadie ni llamar a nadie. Hay que pensar, sobre todo en el caso de que te hayan despedido, porque estás emocionalmente tocado". Sugiere sentarse a analizar qué nos gusta y qué logros hemos conseguido: "Hay que pensar en sentido amplio qué valor podemos aportar. Planifica en qué tipo de empresas encajan esos logros, y diseña un currículo que encaje también en ellos. Debe ser un CV inteligente, que se adapte a los puestos que te pueden ofrecer. Sobre las empresas que te pueden interesar, es necesario lanzar un plan para una serie de sectores target".

Silvia Leal también recomienda "sentarse a reflexionar" y sugiere analizar las nuevas tendencias digitales y sumarse al cambio: "En ese sentido, la jugada puede salirte redonda, incluso si has perdido tu trabajo".

En estos pasos previos que te impulsan a dar el salto definitivo Paco Muro, presidente de Otto Walter en España, recomienda que, de entrada, te ganes el puesto que tienes actualmente: "Mucha gente piensa que sólo por seguir haciendo lo que hacía ya merece seguir donde está, y no es así. Las exigencias han cambiado, y es posible que ahora estés lejos de lo que tus jefes esperan de ti, y tal vez ni lo has captado. Empieza por preguntar a tu superior directo cómo ve tu desempeño y tu aportación al equipo, y averigua qué necesita de ti ahora, para que no estés entre los primeros de la lista de salida si las cosas no van bien. Muchos se fabrican su propia desgracia, a veces tan sólo por dormirse en los laureles".
2. Un despido no tiene por qué ser el final

. Puede tratarse de un nuevo comienzo y una oportunidad no buscada pero eficaz para impulsar tu vida profesional. Es el principio de un cambio que puede fortalecerte y prepararte para un futuro de éxito laboral. Valora incluso la posibilidad de bajar algún escalón profesional como estrategia cuando tu carrera esté estancada y resulte imposible avanzar.
3. Cuando actives tu plan de emergencia

debes tener en cuenta que hay acciones previas que nunca puedes dejar de lado, incluso mucho antes de sospechar que puedes perder tu empleo o de pensar en cambiar de trabajo. Una de ellas es cuidar a tus amigos y contactos. Paco Muro recomienda hacer de vez en cuando una ronda de contactos con las personas a las que hoy quizá no necesitas pero que mañana podrían darte un trabajo o conseguírtelo. Mantén activas tus relaciones, para que estén ahí cuando las necesites. Esto es un trabajo en sí mismo, y quien no lo haga puede arrepentirse después.

Muro insiste en que "quien cuida sus buenos contactos construye una red de seguridad. Quien los descuida, la elimina". Las ofertas invisibles y la necesidad de tener contactos más que solventes convierten al networking en una herramienta decisiva para conseguir un empleo.
4. Actualízate y supérate.

Paco Muro cree que debes preguntarte qué es lo que deberías mejorar para ser mejor profesional: ¿Un idioma, manejar mejor internet o un programa informático? ¿Actualizarte en las nuevas tecnologías? Ahora que puedes, aplícate en aquello que puede salvarte mañana. Quizá saber algo más de contabilidad, o de márketing, o de ventas, te pueda ser útil para ser más versátil y ser aún mejor profesional de lo que eres hoy.

Silvia Leal coincide en la necesidad de aprovechar cualquier momento para crecer y formarse: "No tiene por qué ser obligatoriamente pagando, y pedes recurrir a plataformas tipo Coursera".

Hoy la gran duda es si la Universidad se adapta con la agilidad suficiente a las necesidades de las empresas... La respuesta es que para nuevas profesiones, la Universidad va más despacio de lo que la empresa necesita. El consejo es tener inquietud y vocación por el autodesarrollo, y que esto nos permita aprender otras cosas más allá de lo que nos ofrece un título universitario.
5. Mantén tu relación con los cazatalentos y empresas de selección.

Muro cree que "un amigo profesional en una de estas empresas nunca está de más. Y de todos modos, ojea alguna vez las ofertas de trabajo para ver cómo está el patio y qué es lo que se pide ahora".
6. Nekane Rodríguez recuerda la importancia de saber venderse.

Activa tu plan de márketing y encuéntrate a ti mismo. Debes saber quién eres profesionalmente y hacer un pronóstico acerca de tu trabajo, de tu profesión o de tu sector de actividad. Esto resulta básico en un mercado laboral que cambia a una gran velocidad y en el que resulta cada vez más difícil encontrar consejo fiable sobre nuestro futuro profesional.
7. Revisa tu actuación en redes sociales.

Aunque el currículo todavía sirve, sólo la evaluación de éste no es suficiente para valorar a un profesional. Gestionar adecuadamente tus perfiles sociales y crear una marca personal sólida, real y efectiva en las redes es ya una necesidad. Recuerda que dominar las redes sociales tiene que ver con la calidad del trabajo que eres capaz de mostrar en los medios sociales, la manera en la que los utilizas, y si puedes usarlos como correa de transmisión de lo que haces realmente.