El modelo de liderazgo autoritario y protector, tan arraigado en la
cultura española, tiene que dar paso a un jefe colaborativo, que
reconozca los logros obtenidos, que acorte las distancias de poder, que
pregunte, escuche e incite a cualquier empleado a participar.
España adolece de confianza entre las personas y en la relación
jefe-colaborador, ésto se traduce en un estilo de liderazgo basado
mayoritariamente en el hipercontrol, demasiada importacia a los errores y
culpables, exceso de valor a la adulación, reproches públicos y falta
de delegación de responsabilidades”, así resume David Comí, socio
director de Incrementis, el panorama directivo en nuestro país. No es
nada nuevo, porque desde distintos foros se reconoce que España es
culturalmente paternalista, pero como puntualiza Pilar Jericó, socia
directora de Be-Up, “no sólo es problema de los jefes, sino también de
los empleados que están continuamente esperando que el superior les diga
qué tienen que hacer”.
Lo peligroso de este estilo de dirección es que hace que los
empleados no se desarrollen profesionalmente, porque ante un problema,
papá jefe es el que da la solución y marca los tiempos de ejecución.
Estas reglas de comportamiento no escritas son, si cabe, más
perjudiciales en momentos como los actuales que reclaman rapidez,
seguridad e innovación en la estrategia empresarial.
Modelos obsoletos
Si se quiere ser competitivo, es evidente que se necesitan cambios importanes en el modo de liderar los equipos de trabajo. En este camino de desechar modelos obsoletos Jericó destaca “la distancia de poder, la diferencia entre el que dirige y el que está abajo, que se plasma en una falta de escucha y de colaboración”. El problema es que cada profesional se mantiene recluido en su posición. Se acostumbra a hacer solo las tareas que le encomiendan y acaba sinténdose cómodo con esta dinámica.
Si se quiere ser competitivo, es evidente que se necesitan cambios importanes en el modo de liderar los equipos de trabajo. En este camino de desechar modelos obsoletos Jericó destaca “la distancia de poder, la diferencia entre el que dirige y el que está abajo, que se plasma en una falta de escucha y de colaboración”. El problema es que cada profesional se mantiene recluido en su posición. Se acostumbra a hacer solo las tareas que le encomiendan y acaba sinténdose cómodo con esta dinámica.
El socio de Incrementis considera que “hay que acabar con el
liderazgo controlador. Éste sólo conduce a un excesivo gasto en el
control de normativas y procedimientos que lo que hacen es ralentizar
los procesos. El afán de control lleva al miedo a equivocarse, a inhibir
la ilusión, la creatividad e iniciativa que es lo que realmente se
necesita para progresar y crear nuevos productos y servicios que nos
diferencien y que cautiven al mercado”.
Enrique Alcat, director del programa superior de comunicación del IE
Business School, opina que “el mayor problema de los líderes sigue
siendo la falta de capacidad de comunicación. No se transmiten las cosas
de forma clara y a tiempo, tanto a clientes como a la propia plantilla.
Con lo sencillo que es transmitir en forma de cascada la información,
aún se opta por el hermetismo”.
El modelo de líder que necesitan ahora las organizaciones es el que
Comí llama activador: “Jefes que entusiasmen a las personas, que les
hagan generar soluciones o alternativas ante los problemas. Un superior
que conozca a sus colaboradores, que muestre interés por ellos también
como personas, que pregunte, escuche y, sobre todo, que dé
reconocimiento y feedback positivo a los logros conseguidos”.
Otra de las competencias que hay que potenciar es establecer
prioridades. En estos momentos no se puede estar en todo, hay que
elaborar una lista con lo que resulta fundamental en cada situación.
Para alcanzar los objetivos, confiar en el equipo es básico. Jericó
insiste en que “hay que trabajar la confianza y no tener miedo a delegar
y a que deleguen en ti. El líder del siglo XXI tiene que actuar de
acicate y presentar retos que movilicen a los profesionales. Para ello,
ha de utilizar también la capacidad de crear imágenes ilusionantes y no
hablar sólo de números”.
Los jefes resultadistas que han proliferado con la situación
económica actual hacen mucho daño a las organizaciones. Alcat recuerda
que “centrarse sólo en las cifras y descuidar a los profesionales es
efectivo en el corto plazo, pero puede truncar el futuro de la firma”.
José Medina, presidente de Odgers Berndtson, también comparte esta idea:
cree que “hay que humanizar más la empresa y dar protagonismo al
empleado. Es necesario alejarse del autoritarismo y blandeguería y
apostar por un enfoque compartido y participativo, fomentando las
lealtades entre compañeros y clientes, en vez de hacia jefes y
subordinados. Hay que influir y ser influido y andar el camino juntos,
porque de otra manera se corta la creatividad y el talento”.
Atrévete a confiar en los demás
En 2011 Havas Media, grupo de publicidad y comunicación, decidió acometer un cambio organizativo y de modelo de negocio. Esta nueva orientación empresarial arrastró también una revisión y remodelación del estilo de liderazgo que les permitiera alcanzar sus nuevos objetivos. Sonia Ansorena, directora de recursos humanos de la compañía explica que “queríamos trasladar a todos los empleados que se atrevieran a hablar, a participar contando sus ideas e iniciativas”. Porque, consideran, que el liderazgo no afecta solo al colectivo de jefes: “Las metas se alcanzan con el trabajo y la implicación de todos, no solo de los directivos”. Éstas son las siete cualidades que quieren contagiar a su plantilla:
En 2011 Havas Media, grupo de publicidad y comunicación, decidió acometer un cambio organizativo y de modelo de negocio. Esta nueva orientación empresarial arrastró también una revisión y remodelación del estilo de liderazgo que les permitiera alcanzar sus nuevos objetivos. Sonia Ansorena, directora de recursos humanos de la compañía explica que “queríamos trasladar a todos los empleados que se atrevieran a hablar, a participar contando sus ideas e iniciativas”. Porque, consideran, que el liderazgo no afecta solo al colectivo de jefes: “Las metas se alcanzan con el trabajo y la implicación de todos, no solo de los directivos”. Éstas son las siete cualidades que quieren contagiar a su plantilla:
1. Imagina y moviliza. Busca nuevos horizontes. Cree y haz creyentes.
2. Emprende, y consigue que las cosas pasen.
Atrévete a ser intraemprendedor, piensa en los resultados que quieres y
toma las decisiones que te lleven a ellos.
3. Deja que otros también lideren por ti. Apuesta por el talento y aprende a confiar y gestionar la diversidad.
4. Entusiasma y motiva. Contagia tu ilusión y sé un ejemplo a seguir.
5. Cuestiona y cambia. Muévete e incita a los demás a actuar.
6. ‘Co-crea’ y genera confianza. Fomenta la bidireccionalidad y promueve la interdependencia.
7. Vive la marca del cliente. Forma equipo con tu cliente. Sé flexible y asume riesgos.
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