Cuánto ganas, eres el favorito de tu jefe y eso te da una
posición privilegiada, vas a ascender y serás quien mande a quienes hoy son tus
compañeros, tu vida en las redes sociales no tiene nada que ver con lo que
haces y te exigen en el trabajo,buscas un nuevo empleo desde el puesto que
ocupas... Son cinco situaciones que requieren una gestión especial y una
discreción específica. ¿Podrías con ellas?
Si hubiera que resumir mucho el origen de los conflictos que
te envuelven en tu trabajo tal vez se pueda concluir que la relación con tu
jefe (y con ciertos compañeros tóxicos); la forma en la que te vendes o te
mueves hoy en las redes sociales; y la decisión de ser demasiado transparente,
pueden condicionar tu vida laboral. Parece evidente que con tus compañeros de
oficina -e incluso con quien te manda- pasas cada día más tiempo que con tu
propia familia y amigos. Por eso, aunque ser honesto es una norma, debes cuidar
no pasarte de transparente, ni excederte en la información que facilitas.
Hay cinco situaciones en las que la discreción y una buena
gestión personal pueden ayudarte a no tener problemas: Para empezar, está la
forma de manejar el supuesto de que te enteres con antelación de que vas a
ascender y te convertirás en el jefe de los que ahora son tus compañeros.
También está el caso de que seas el favorito de quien manda,
con una relación de confianza profesional que te otorga una posición predominante
dentro de tu organización. Aunque no puedas ocultarlo, se trata de no alardear
de ello. A esto se une la norma de no hablar demasiado sobre lo que ganas, y
por supuesto acerca de lo que crees que mereces, en comparación con el resto.
Además puede ser que tu vida en las redes sociales no se
adecue a la vida real profesional (incluso personal) y, por último, la
situación que provoca el hecho de que busques empleo desde tu actual trabajo.
¿Conviene que se sepa que quieres irte?
Te van a ascender
y serás el jefe de todos estos... Montse Ventosa, socia directora de Grow,
explica que a pesar de que el lugar de trabajo es un sistema social, y es fácil
socializar, a menudo puede suceder que al finalizar la relación laboral,
aquellos a quienes se consideró un día amigos o enemigos dejan de serlo. Cree
que "es conveniente tener muy claro que el paisaje laboral es un paisaje
social bien distinto del resto de vida social. Esto no debe confundirse con ser
uno mismo. Uno puede serlo, pero ha de tener muy claro que en el lugar de
trabajo debe mantener un rol determinado. Hay que ser consciente de los límites
y fronteras personales en la relación con los demás". Añade que "la
información es un intangible muy preciado, y por eso algunos la confunden con el
poder. En función de los límites que uno se marca, la información que se
comparte debe ser una u otra". Por eso, si has sido designado como el
siguiente jefe de quienes hoy son tus compañeros, y estás en la fase en la que
esa información no puede ser compartida, resulta determinante gestionar qué
puedes revelar sobre ti mismo, sobre todo si sabes con antelación que vas a ser
el jefe. Debes guardar ese secreto, y bajo ningún concepto conviene revelarlo a
nadie de la organización. Ventosa sugiere, además, algunas estrategias y
consejos para que sea más llevadero vivir con aquello que no puedes contra: En
primer lugar, conviene que visualices el día en el que serás definitivamente
jefe o asumas esa responsabilidad que hoy te prometen. Todo lo que digas o
hagas puede ser utilizado mañana en tu contra (o a favor). Además, es hora de
"cambiar la etiqueta". Esto implica tomar la decisión estratégica de
construir tu reputación como jefe antes de serlo, generando credibilidad y
confianza. No se trata de caer en amiguismos, ni en personalismos. No necesitas
gustar a todos. Se trata simplemente de establecer las bases para una relación
de confianza que te permitirá liderar convenciendo, no venciendo. Es la única
forma que funciona en la era de la influencia. A esto se añade la necesidad de
centrarse en aprovechar la oportunidad única de conocer a tus compañeros, como
un igual. Puede ser una evaluación de un valor incalculable. Aunque debes
marcar tus límites, analizando qué información revelas sobre ti y respetando
también los límites de los demás para que no se sientan manipulados. Cuida tus
apariencias. Debes ser bueno, pero también parecerlo. Si se percibe que tienes
reuniones con tu jefe, más que con el resto, o que dedicas mucho más tiempo a
unas personas que a otras, cuando mandes eso puede ser perjudicial para tu
reputación. También has de recordar que la cultura se escribe con acciones, más
que con palabras. Centra tu energía en realizar tu trabajo lo más
profesionalmente que puedas, porque esto te ayudará también a que se entienda
la decisión de que eres la persona más preparada para el puesto. Y ten en
cuenta que esto está reñido con la arrogancia, el mayor mal del liderazgo al
desembocar en egotismo. Practica las 3H: humor, humildad y humanismo.
Eres el favorito
de tu jefe, su mano derecha. La amistad con quien manda puede beneficiarnos,
pero también es un arma de doble filo que en algunos casos resulta tóxica,
tanto para el jefe como para el empleado. Como norma general, la clave es ser
consciente de los límites entre la esfera personal y la profesional. Hay que
tener en cuenta que cuando un jefe se involucra excesivamente con las personas
de su equipo pierde objetividad. Además, si confundes una posible amistad con
ser dócil e inofensivo, eso puede llevarte a estar en el grupo de confianza,
pero sólo por adoptar el rol de satisfacer a tu superior. Y no puedes obviar
que una posible amistad o relación privilegiada con un mal jefe puede ser
tóxica, porque este tipo de superior ni valora, ni respeta a quien le adula.
Debes prepararte para el hecho de que, cuando las cosas se pongan complicadas
para quien manda, éste podría abandonarte a su suerte. Si eres el favorito del
jefe, su mano derecha, y eso te otorga una posición privilegiada en la
organización, has de tener en cuenta que, tarde o temprano, la gente se va a
enterar. Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, aconseja "no presumir
ni hablar gratuitamente de esa relación. Para el colaborador, la situación
puede ser violenta, ya que si le promocionan o le pagan más que a los demás
puede dudar si lo merece. También para el jefe resulta conflictivo, porque
puede dar pie a que se dude de su ecuanimidad. El resto de compañeros puede
preguntarse si están ante un topo, y si es realmente posible hablar con
libertad". Peñalver añade que esta realidad es mucho más habitual de lo
que parece: "Requiere de mucha madurez por todas las partes, y hay que
distinguir muy bien la relación profesional de la personal".
No piensas decir a
tus compañeros cuánto ganas. Decir cuánto ganamos no debería ser un tabú si
nuestra empresa practicara una política de transparencia salarial sana que no
estuviera basada en criterios subjetivos o en culturas paternalistas. Pero esto
no suele ocurrir en el modelo de organizaciones que impera en los países
latinos, donde la cuestión de hablar de nuestro sueldo es algo prohibido que
está marcado a fuego en nuestro código genético profesional. Pocos son capaces
de dar pistas reales sobre su situación retributiva real. Esto tiene que ver
con la falta de transparencia que existe en muchas organizaciones, pero no
ocurre lo mismo en las empresas anglosajonas, donde todos los empleados conocen
cuáles son las reglas del juego en materia retributiva y por qué unos ganan más
que otros. Aunque no estés satisfecho con tu sueldo, no sirve de nada
proclamarlo, ya que las indiscreciones en este sentido incomodarán a tus
compañeros y te dejarán en evidencia frente a tus superiores. Recuerda que este
tipo de indiscreciones te puede pasar factura si tu empleador se entera de tus
quejas, porque pueden ser interpretadas como una presión para que te suban el
sueldo sin una justificación aparente. Pero tampoco es una buena estrategia
decir a todo el mundo que no ganas lo que te mereces. Si crees que tus méritos
o tu desempeño deben ser recompensados con un incremento salarial, hacerlo
público no te ayudará. Decir a unos y a otros que no te pagan por lo que
realmente vales, no es la estrategia correcta. Además, si desconoces las bandas
salariales, en qué posición te encuentras o a qué puedes aspirar en función de
tus méritos, careces de las referencias reales que te permiten decir que estás
mal pagado. En general, conviene analizar si realmente hemos cumplido los
objetivos y hemos logrado los resultados que se justifican una subida salarial.
Debemos vender nuestro progreso. este es nuestro mejor aval. Y un consejo
final: no le digas a tu jefe que estás mal pagado, ni compares su sueldo o el
de otros compañeros con el tuyo.
Nadie debe conocer
tu doble vida en las redes. Los expertos suelen decir que es mejor pasar
inadvertido a utilizar nuestra marca personal de forma desastrosa, porque ese
mal uso puede llevarnos a perder nuestro trabajo y a que un futuro empleador
pueda rechazarnos. Una vez que has decidido tenerla y cultivarla no puedes
volver atrás, ni abandonar, malgastarla o hacer un uso nefasto de ella. La
marca personal no duerme, ni se coge vacaciones (aunque tú sí te las tomes). Lo
que hagas bien y los errores que cometas te acompañarán para siempre. Ni
siquiera cuando te quedas en paro podrás disimular ni ocultar tu realidad,
porque esa falta de actividad en las redes, o los cambios que se reflejan en
éstas, hablan de tu situación personal y profesional. Gestionar tu branding
personal de manera desastrosa se convierte en un obstáculo para encontrar
trabajo o para conservar el que tienes. Para mucha gente, vivir por encima de
sus posibilidades en Facebook, Twitter y en otras redes sociales es ya algo
cotidiano. Algunos presumen de una existencia idílica y envidiable y la documentan
varias veces al día. Si eres de los que mantiene una imagen y presenta una
realidad profesional determinada que no se corresponde con la vida que llevas
en las redes sociales, debes valorar las consecuencias que tiene interpretar un
papel y montar un decorado de cartón piedra que hay que alimentar
constantemente. Hoy resulta complicado esconder lo que dices y haces en las
redes. Y algunos estudios internacionales revelan que el perfil que mostramos
en Facebook es ya un predictor de nuestro éxito profesional. El número de
seguidores o la popularidad que obtengas en las redes sociales ya no es ni
siquiera un elemento diferenciador. Debes ofrecer argumentos sólidos y
constantes para demostrando que eres un profesional valioso.
Jamás revelarás
que estás buscando un nuevo trabajo. Siempre hay que salir bien y de forma
elegante de la empresa en la que trabajas. Esta es la norma que debes seguir si
buscas un nuevo empleo desde tu trabajo, o incluso si ya lo has conseguido y
has decidido irte. Pase lo que pase, por mal que estés con tu jefe y por muy
harto que estés de tu empresa; por mucha ilusión que tengas por el nuevo puesto
que has logrado y del que nadie en tu oficina sabe nada... Sigue así, no digas
nada; sé profesional y actúa con eficacia. Si buscas trabajo desde el trabajo
no permitas que tu jefe note nada que le lleve a pensar que te has
desenganchado emocionalmente de tu puesto. No transmitas falta de compromiso en
el proyecto. Que tus mandos nunca dejen de contar contigo. El rendimiento y el
desempeño no pueden bajar hasta el último momento. No es igual mantenerlo en
secreto o que el jefe esté al tanto de esa búsqueda. El consejo general es que
no se lo digas en ningún caso a tu jefe. Cuando te surja algo y hayas firmado,
infórmale de que te marchas, sin estridencias. Si a pesar de todo tienes dudas,
valora si en tu organización se permiten las conversaciones abiertas; analiza
cómo es tu jefe y tu relación con él.
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