La japonesa Rakuten ha impuesto un nuevo sistema en sus
oficinas bautizado como 'Anglicanización' que busca impulsar el uso del inglés
en el trabajo.
Durante una reunión semanal, Hiroshi Mikitani, consejero
delegado de Rakuten, la compañía japonesa líder en comercio digital, hizo
llegar una sorprendente noticia a sus 7.000 empleados japoneses y a los 3.000
que trabajan en el extranjero. Mikitani anunció que, desde ese momento, en el
trabajo sólo se hablaría en inglés.
Los trabajadores tenían dos años para alcanzar el nivel de
inglés deseado y aquéllos que por entonces no lo hubieran adquirido, podrían
ser degradados. Mikitani bautizó al programa como Anglicanización y puso a
Takashi Katsuragi a dirigir la implantación del mismo. Katsuragi analizó qué se
había hecho bien y mal a la hora de ayudar a la empresa a conseguir sus
objetivos en materia de nivel de inglés. Tras el anuncio de Mikitani, los
empleados estaban confusos porque trabajaban en japonés y todos los documentos
estaban en japonés. ¿Cómo iban a lidiar con el hecho de cambiar todo al inglés?
El propio Katsugari tuvo problemas con el inglés. Antes de
ocupar su actual cargo, trabajó como un empleado más de Rakuten cuando la
compañía sólo llevaba tres años en funcionamiento y contaba con unos 100 empleados.
El responsable del programa se convirtió en el jefe de recursos humanos de la
empresa y, en 2007, Mikitani le envió a un viaje de negocios al extranjero.
"Cuando participé en la reunión, no fui capaz de hablar en inglés. Estaba
muy avergonzado", asegura Katsugari, que cuando volvió a Japón dio clases
de inglés. Un año después, se marchó de Rakuten para trabajar en Shiseido, la
compañía de cosmética y cuidados de la piel. Pero, en 2010, Mikitani le pidió
que volviera ya que quería convertir su empresa en una compañía global y el uso
de inglés era una parte esencial de la estrategia.
Cuestión de competencia
Katsuragi explica que la importancia de la transformación de
Rakuten reside en la demografía de Japón. La compañía es una potencia en el
comercio nacional, pero el envejecimiento de la población hace que el
crecimiento del país sea limitado. Si quiere prosperar, Rakuten necesita
expandirse de forma global. Por tanto, Katsuragi considera que la compañía
necesita empleados con talento "no sólo en Japón, sino también en el
extranjero".
Dieciocho meses después del cambio, Rakuten evaluó el
progreso de su proyecto y éste había sido muy escaso: sólo unos pocos empleados
habían conseguido el nivel de inglés requerido. El problema era que la compañía
había esperado que sus profesionales aprendiesen por sí mismos en sus horas
libres. La composición de textos en inglés llevaba horas y los trabajadores
tenían dificultades para formar frases. "Si la gente quería decir algo,
esto requería tiempo, pero la conversación era más corta", afirma
Katsuragi. ¿Por qué Rakuten no se dio cuenta de que sus empleados necesitaban
ayuda? Porque Mikitani aprendió inglés por sí mismo de niño cuando su padre fue
un profesor invitado en EEUU. De adulto, hizo un máster en la Escuela de
Negocios de Harvard mientras trabajaba en el Industrial Bank de Japón.
La empresa se limitó a facilitar información a los empleados
acerca de cómo debían estudiar una lengua, pero eso fue todo. Por ello, Tsedal
Neeley, profesor adjunto de la Escuela de Negocios de Harvard, fue una pieza
clave en el programa de inglés de Rakuten. Tras realizar una encuesta, el
profesor descubrió que muchos empleados opinaban que "entendemos la
necesidad de la anglicanización, pero necesitamos apoyo por parte de la
compañía".
A partir de ese momento, Rakuten empezó a ofrecer a sus
empleados clases de inglés, recursos de Internet, apps y apoyo individualizado.
Para 2015, Neeley contó en su libro sobre el proyecto, The Language of Global
Success, que la mayoría de los profesionales podían entender la esencia de lo
que estaba pasando en las reuniones y que se sentían más seguros hablando en
inglés.
En la actualidad, Katsuragi dirige un negocio de Rakuten
para aprender inglés y ofrece consejos a las compañías japonesas que quieran
seguir su ejemplo. Katsuragi explica que la principal lección de Rakuten es
"estar comprometido al 100%. Por suerte, contamos con un consejero
delegado muy comprometido"; la segunda es hacer que todo el mundo aprenda
inglés; y la tercera es "medir el tiempo de estudio y los resultados de
las pruebas. Después, publicarlos para que los vean todos los empleados y
puedan corroborar los progresos del proyecto". La lección final es que los
empleados no paguen por aprender inglés, sino que "el gasto debe correr a
cuenta de la empresa", añade Katsuragi.
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