¿Cuántas veces has intentado hablar con tu jefe para proponerle un
cambio de puesto o una mejora en tus condiciones laborales? ¿Y cuántas
veces esa negociación se ha completado con éxito? El arte de negociar
tiene unas herramientas básicas cuyos usos dependen de la persona, la
situación y el momento.
‘Hola, ¿qué tal estás? Quería hablar contigo porque me gustaría
mejorar como empleado y esperaba que me explicases cómo satisfacer las
necesidades de la empresa’. Esta fórmula tan sencilla es una de las
frases que propone Stuart Diamond, autor del libro Consiga más
(editorial Conecta), para entablar una negociación con el jefe con el
fin de mejorar tu puesto en la empresa. Y es que, a pesar de la opinión
de la mayoría, la negociación, en un primer lugar, trata de la persona
que se tiene en frente y no de uno mismo. Si no se descubren las
necesidades de la otra parte es muy complicado que este conflicto de
intereses llegue a buen término para la persona que pretende un ascenso.
No se trata de ser pelota ni de dorar la píldora. Éste es un sistema
que en su día puso en práctica el exsenador de Estados Unidos George
John Mitchell, al convertirse en uno de los protagonistas del diálogo
que condujo al Acuerdo de Viernes Santo en 1998 que puso fin a la
violencia en Irlanda del Norte. Mitchell es hijo de padre irlandés y
conocía bien la problemática y la cultura irlandesa, una ventaja en la
negociación. Ése es uno de los secretos del éxito: conocer las
necesidades de la otra parte para poder modelar la conversación e
intentar conseguir lo que se pretende.
Y en esta labor las emociones deben quedar al margen. Diamond explica
que una de las claves para tener éxito en una negociación es ser
desapasionado. “Las personas emocionales no escuchan. A menudo se
vuelven impredecibles y rara vez son capaces de pensar en sus objetivos.
Por ello, suelen perjudicarse a sí mismas y no alcanzan sus metas”. Es
esencial que en el momento de la negociación de un posible ascenso o
mejoras de su puesto de trabajo, acudas a la reunión tranquilo y dejes
en un segundo plano lo que puedas pensar sobre tu jefe. Cuando la gente
se muestra muy emocional, en lugar de pensar en los objetivos se centran
en los castigos o represalias. Los acuerdos fracasan y la gente no
satisface sus necesidades.
El momento oportuno no sólo lo fija el empleado que pretende mejorar
en su puesto, también depende de la situación del superior. José Manuel
Casado, presidente de 2Consulting, recomienda entablar una conversación
de estas características: “Cuando el responsable haya obtenido buenas
noticias o un éxito profesional y/o personal; cuando la cuenta de
resultados haya mejorado o cuando exista un proyecto de expansión en el
que, como trabajador, puedas contar”. De nuevo es la otra parte la
protagonista de la negociación. Las personas dan cosas a aquellos que
las escuchan, las valoran y les hacen consultas.
Aliados
Sin embargo, no es sencillo averiguar cuándo el jefe está de buen humor o ha recibido una noticia positiva. Muchos responsables permanecen ajenos a su plantilla de colaboradores a los que se acerca sólo por cuestiones de trabajo. Por eso, es necesario contar con aliados para que tu negociación llegue a buen puerto. Casado recomienda hacerse amigo de la secretaria del jefe, pues es la persona que mejor le conoce. “Casi siempre participan al menos tres personas en una negociación, aunque sólo dos de ellas estén presentes. La tercera parte, o partes, son esas personas, reales e imaginarias, a las que los involucrados creen que deben hacer deferencias en algún aspecto”, afirma Diamond. De ahí la importancia de tener en cuenta a terceras personas en el proceso de la negociación.
Sin embargo, no es sencillo averiguar cuándo el jefe está de buen humor o ha recibido una noticia positiva. Muchos responsables permanecen ajenos a su plantilla de colaboradores a los que se acerca sólo por cuestiones de trabajo. Por eso, es necesario contar con aliados para que tu negociación llegue a buen puerto. Casado recomienda hacerse amigo de la secretaria del jefe, pues es la persona que mejor le conoce. “Casi siempre participan al menos tres personas en una negociación, aunque sólo dos de ellas estén presentes. La tercera parte, o partes, son esas personas, reales e imaginarias, a las que los involucrados creen que deben hacer deferencias en algún aspecto”, afirma Diamond. De ahí la importancia de tener en cuenta a terceras personas en el proceso de la negociación.
La humildad es otra de las herramientas que debe usar el empleado que
quiere ascender. Una cosa es conocer las aficiones o intereses del jefe
para poder usarlas en la negociación y otra es creerse el jefe. Cuando
una persona discute sobre una posible mejora en sus condiciones
laborales no puede usurpar el rol del responsable, ni apuntarse los
éxitos del superior. Tampoco puede salirse de los parámetros o bandas
salariales que tenga la empresa. Tiene que limitarse a solicitar subidas
que sean posibles. Es necesario mostrarse realista con la situación de
la compañía y con los méritos logrados.
Otro de los instrumentos eficaces es utilizar los criterios de la
otra parte. La gente odia contradecirse, éste es un principio
fundamental de la psicología humana. Por tanto, “si les brindamos la
posibilidad de elegir entre ser consecuentes con sus principios y
contradecirse, normalmente se esforzarán por ser coherentes”, asegura
Diamond.
Por último, hay que tener en cuenta que toda negociación es un
proceso lento. No se pueden pedir las cosas de golpe. “Actuar de forma
gradual también significa formular preguntas sobre la situación en lugar
de abordar el problema nosotros solos”.
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