La confianza, ese gran objeto de deseo
Cuando la confianza brilla por su ausencia, el nerviosismo se instala
y la parálisis se hace evidente. La confianza es como un colchón
mullido que se adapta a la anatomía de cada uno y nos hace estar
tranquilos ante el futuro, porque suponemos que es predecible y
controlable. Pero cuando las sombras de la duda pululan en el ambiente,
los comportamientos y actitudes cambian porque lo que viene es
imprevisible, y dejamos de dormir en ese colchón suave y amigable para
pasar a hacerlo sobre una tabla de madera dura e incómoda.
La confianza es un valor intangible que se construye, se promueve y
se favorece desde el interior de cada uno, pero en el que también
influyen el entorno y otras variables externas, con independencia de su
grado lógico de conexión entre sí.
Un experimento
Hacia mediados del siglo XX Amos Tversky y Eldar Shafir llegaron a la
conclusión de que la falta de seguridad puede condicionar y modificar
conductas y alterar comportamientos. Convencidos de sus hallazgos
realizaron el siguiente experimento con un grupo de estudiantes
universitarios norteamericanos. Hagamos un viaje en el tiempo y el
espacio.
Tras duras semanas de estudio, y a falta de unos cuantos días para la
llegada de las vacaciones de Navidad, a varios estudiantes se les
presenta la oportunidad de viajar a Hawai por unos precios de ganga.
Faltan dos días para conocer las notas de un importante examen, clave
para su carrera. Las opciones que tienen los estudiantes son tres:
comprar el viaje en ese momento, dejarlo para más adelante, perdiendo la
oferta, o abonar un depósito de cinco dólares para conservar la oferta
durante dos días, lo que les permite disponer de un margen hasta conocer
la nota del examen. Si nos paramos a pensar, la mayoría de nosotros,
quizá, preferiríamos esperar a saber la nota antes de actuar. Esta es la
razón por la que Tversky y Shafir eliminaron la incertidumbre a un
grupo de estos chicos, a los que se les dijo de antemano los resultados
de sus notas.
De los que habían aprobado el examen, un 57% decidió viajar a Hawai,
ya que había que celebrar tan buena noticia. De los suspensos, un 54%
también se fue de viaje porque, al fin y al cabo, había que consolarse.
De los estudiantes que no conocían las notas, la mayoría, el 61%,
optó por reservar la oferta abonando los 5 dólares de depósito. Lo
curioso es que pensaban irse de viaje independientemente de que hubieran
aprobado o suspendido[i].
¿Por qué esperar si lo tenían tan claro? ¿Cuál es la razón para
dilatar una decisión que ya he tomado? ¿Por qué vincular la nota con el
viaje si el resultado no va a condicionar mi acción ni es causa-efecto?
La respuesta está en la incertidumbre, porque el no saber qué va a
pasar, el tener alguna de las variables de nuestra vida descontrolada,
nos bloquea, nos paraliza y preferimos estar seguros del terreno que
pisamos, en lugar de poner el pie en tierras pantanosas en las que nos
podemos hundir. En resumen, lo conocido, lo previsible y lo controlable
es nuestro seguro de actuación porque la mente está más abierta a nuevos
escenarios.
Antonio Damasio, en su libro El error de Descartes escribe
sobre las conexiones neuronales, denominadas «engramas», y los vínculos
entre los pensamientos y los sentimientos, que él denomina «marcadores
somáticos», y defiende que nuestro proceso de toma de decisiones no se
basa en la razón, sino en las emociones y recuerdos inconscientes. Por
eso es tan importante la visualización positiva y la disposición
favorable a los acontecimientos, aunque sean adversos, para recuperar la
confianza cuando se pierde.
«No es sólo la separación entre mente y cerebro la que es mítica: la
separación entre mente y cuerpo es, probablemente, igual de ficticia. La
mente forma parte del cuerpo tanto como del cerebro».
La tela de araña emocional
Las emociones son experiencias muy complejas y difíciles de expresar.
Por eso, cuando queremos hacer a los demás partícipes de ella usamos
una gran variedad de términos, además de gestos y comportamientos. En
cada instante experimentamos algún tipo de emoción y sentimiento
asociado y vamos variando este estado en función de lo que nos ocurre y
de los estímulos que percibimos. Pero no siempre tenemos conciencia de
ello, es decir, en ocasiones no sabemos ni podemos expresar con claridad
qué emoción experimentamos. El ser humano siente emociones positivas y
negativas de distintos grados e intensidades y puede tener cambios de
emoción bruscos o graduales, bien hacia el lado positivo o negativo.
El científico humanista V.J. Wukmir planteó hace más de 30 años que
la emoción es una respuesta inmediata del organismo que le informa del
grado de favor del que goza un estímulo o situación. Es decir, si la
situación se encuadra dentro de las preferencias y expectativas del
individuo, la emoción experimentada es positiva, de lo contrario es
negativa. En líneas generales, la emocionalidad colectiva positiva
expande y libera el talento. ¿Y cómo se llega a ello? Empecemos por el
líder, por el entrenador.
Psicología de vestuario
Un entrenador es un creador de ambientes, un profesional que tiene
bajo su responsabilidad el funcionamiento de un equipo en las mejores
condiciones psicológicas y físicas. Entre sus características más
importantes destacamos que deben ser:
- - Integradores.
- - Constructores de espíritu deportivo.
- - Profesionales con vocación de servicio.
- - Facilitadores.
- - Generadores de ilusión.
- - Optimistas e inquietos.
El entrenador puede fortalecer los aspectos más débiles de sus deportistas si:
- - Evita que se acumulen situaciones no resueltas que llegan a enquistarse en el interior del deportista y minan su valentía.
- - Enseña o guía al jugador para que no se deje intimidar por las presiones externas y se apoderen de él.
- - Pone las cosas en su justa medida para que no actúen como un eclipse como los abucheos del público, las críticas de los compañeros o los comentarios negativos de la prensa.
Aquel entrenador con capacidad para inspirar confianza, respeto,
proyectar credibilidad, generar ilusión y pasión tiene más posibilidades
de que el ambiente que ha generado le sea propicio y actúe como un
aliado para alcanzar buenos resultados que otro que no sepa manejar
estas variables.
Si, además, es consciente de que las emociones son siempre reales,
pero pueden no ser verídicas, sabrá contrastar y darle a cada
circunstancia su justa medida, aprendiendo a relativizar y
contextualizar los acontecimientos para evitar ser presa de ellas. Este
trabajo se puede y se debe extrapolar al equipo, entendido como
colectivo.
El entorno puede mitigar la inseguridad
Dentro de los elementos que potencian la eficacia del deportista y
que influyen en su rendimiento, porque generan confianza, podemos
resaltar:
La estructura y organización
Todo proyecto necesita una estructura para poder desarrollarse. En el campo deportivo una buena estructura organizativa elimina la incertidumbre de los jugadores sobre el funcionamiento del grupo y les ofrece seguridad.
Es importante saber cuál el grado de participación que se espera,
cuál es el sistema jerárquico, las funciones y la relación entre su
cometido y el de sus compañeros, entre otros conceptos.
La falta de estructura complica el funcionamiento de cualquier
proyecto y suele ser el germen que inicia la aparición de conflictos
interpersonales, dándole el peligroso protagonismo a las emociones.
Normas de funcionamiento
Son esenciales para la organización y deben ser claras, estar
perfectamente definidas y no favorecer más a unos colectivos que a
otros, ya que esto provoca desequilibrios que afectan al desarrollo
normal de la actividad.
Cohesión
La cohesión del equipo es un proceso dinámico que se refleja en la
tendencia de un grupo a unirse y permanecer unido en busca de unos
objetivos.
En este sentido podemos hablar de la necesidad de crear un ambiente
que propicie la unión y la consecución de los objetivos deportivos, y
evite la manipulación y la rivalidad interna.
El masaje psicológico
Sin duda, resulta fácil seguir arriba, con los ánimos en alza y
repletos de ganas de trabajar, cuando los resultados acompañan a un
equipo y todo sale según lo previsto, pero es mucho más complicado, y
más meritorio, seguir confiando y ser positivo cuando las cosas se ponen
feas.
Existe una delgada línea que marca la relación entre la duda y la
confianza. Cuando la confianza se pierde en un equipo hay que actuar
para recuperarla, ya que ésta no aparece por el mero hecho de desearlo.
El siguiente esquema resume cómo trabajar un posible bache:
1. Delimita el punto de partida y traza un análisis y diagnóstico de la situación.
2. Averigua dónde está afectando el problema.
3. Plantea las alternativas que se abren como las mejores con la ayuda del equipo.
4. Realiza la propuesta concreta.
5. Implántala.
¿Existe voluntad para solucionar la situación y recobrar la confianza? Si es así, ya has dado un primer gran paso.
© Helena López-Casares Pertusa.
Canal CEO
No hay comentarios:
Publicar un comentario