viernes, 12 de noviembre de 2010

El jamón ibérico, seducción por el tacto


Comer jamón ibérico con las manos es algo que no está mal visto por ningún protocolo social en España. Pero ¿por qué comer el jamón ibérico de calidad con las manos? Pues, por algo tan fácil de entender como es sentir que se recuperan las sensaciones que nos aporta el tacto al contacto con la pieza de jamón ibérico.

Cuando tomamos con un tenedor un trozo de jamón ibérico, ya sea una loncha o el clásico taco, lo que estamos haciendo es colocando una barrera entre nosotros y el objeto, el centro de nuestro deseo.

Cuando hacemos todo lo contrario, tocamos y palpamos con suavidad, el pedazo de jamón ibérico, estamos entrando en contacto con su textura, con su tacto graso, con su temperatura. Los cubiertos, tal y como los conocemos hoy, el tenedor, sobre todo, son una invención reciente en la mesa de nuestra cultura. Comer con las manos siempre ha sido uno de los placeres del hombre sentado en la mesa, en su mesa.

Además, comer con las manos resulta placentero y nos devuelve al pasado, no sólo cuando saboreábamos la comida que cogíamos con los dedos en nuestra infancia, sino al pasado más remoto de nuestra mesa, cuando tocábamos para saber del estado de salud de los alimentos.

Comer el jamón ibérico con las manos también nos devuelve a la forma en la que tradicionalmente siempre se han comido sus piezas. En el campo, el alimento se cortaba con el cuchillo, pero se llevaba a la boca con la ayuda de éste y los dedos, o sólo con los dedos. Comer el jamón ibérico con las manos es, por tanto, más auténtico.

Y argumentada la idea de que el jamón ibérico resulta válido comerlo con las manos. ソCómo ha de servirse para facilitar la tarea de tomarlo con los dedos?. Bien, si se va a servir en lonchas o lascas para más de una persona, lo recomendable es colocarlas sobre un plato, extendiéndolas bien sobre su superficie, de la misma manera que se colocarían los espárragos también en un plato, en un sentido radial, para que los comensales puedan cogerlos sin estar orientados al plato, que puedan coger los trozos desde la situación en la que estén.

Lo más importante es que la disposición de las lascas de jamón ibérico estén dispuestas de la mejor forma para que puedan ser sujetados sin que resbalen. Porque hay que recordar que los jamones ibéricos están impregnados de su grasa natural y que la sudan durante el tiempo que están en su punto, siendo, además, una variable que permite conocer su grado de frescura y jugosidad a simple vista.

Las lascas de jamón ibérico se cogerán, así, con lo dedos, para, con toda naturalidad, llevarlas a la boca.

Algo que hay que recordar también es que las piezas de pan que suelen acompañar a los trozos de jamón ibérico nunca deben ir en el plato en el que se sirven las lonchas, ni, por supuesto, encima de ellas. El motivo no es otro que evitar que la grasa natural de la propia lasca de jamón ibérico impregne el pan.

Tampoco es conveniente poner juntos pan y jamón ibérico, porque los trozos de pan impiden que haya espacio para sujetar adecuadamente las piezas de jamón. Por último, es conveniente colocar el pan en otro plato aparte porque así se da la oportunidad al comensal de usar sus dedos para sujetar el trozo de jamón ibérico.

El tipo de pan no puede ser otro que el pan fresco, el que permite mantener la grasa del jamón durante mucho más tiempo en la boca y, con ella, los sabores secundarios del jamón ibérico. Una recreación para el gusto, para el paladar y para el espíritu, más allá de la nutrición, de la alimentación y de la simple tranquilidad y contento del apetito.

Es bastante común que el comensal poco instruido en la etiqueta de la degustación del jamón ibérico tome de otras preparaciones y de otros ambientes lo que le ha gustado, sin reparar las consecuencias que puede tener para saborear el jamón ibérico de calidad.

Así, es frecuente ver el jamón ibérico servido con panes tostados, duros, totalmente impropios para saborear las esencias del ibérico de calidad. Se sirve el marisco con pan duro, como se sirve el caviar o ciertos entrantes con paté o sin paté, y se adopta la fórmula para compartirla con la presentación del jamón ibérico.

Un error que se lleva el buen sabor, la textura y hasta la apreciación visual del acto de comer jamón ibérico. Con el pan tostado o duro, el jamón ibérico no es jamón ibérico, se pone a la altura del bocadillo de patio de recreo.

Blog Jamón Ibérico

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