¿Tiene usted un buen jefe? Enhorabuena. Forma
parte de un grupo selecto de profesionales que, además de un trabajo,
disfruta de un mando que colabora en su desarrollo. Goce mientras pueda
y, mientras tanto, aquí van algunos consejos para agradar a su jefe.
(Sólo si este es bueno)
Criticar al jefe (algunos lo ponen muy fácil) es un deporte mundial
de gran éxito y con millones de afiliados. Decenas de encuestas analizan
cada año las características del mal jefe, cómo no se debe gestionar a
los empleados, cuáles son sus pecados y errores; qué detestan los
profesionales de sus mandos; por qué un jefe es tóxico...
Hay porcentajes y cifras que calibran el número de personas que están
dispuestas a cambiar de trabajo, a abandonar su empresa e incluso su
carrera por culpa del jefe. Ya se sabe… Las personas no se van de las
empresas, sino de sus jefes.
Pero, ¿y usted? Pongamos que es uno de los afortunados que tiene un
buen mando. Un jefe que que le ayuda a desarrollarse profesionalmente;
un verdadero líder, preocupado no sólo de su desempeño, sino también de
motivarle y desarrollarle. Un jefe que influye pero no manda; un
generador de espacios emocionales en los que usted puede liberar su
talento. Lo primero, enhorabuena. Y lo segundo: ¿sabe cómo agradar a ese
buen jefe?
Su superior necesita confiar en usted. No diga que va a hacer lo que
después es incapaz de cumplir. Tampoco vale la vaguedad del "lo
intentaré" o "quizá". Sea creíble. Tenga además en cuenta que cualquier
jefe acepta y valora un "no voy a llegar" con tiempo para tomar
decisiones. El "ya no puedo" no tiene solución.
El jefe valora especialmente que usted tome la iniciativa. No espere a
que le encargue algo. Sea proactivo. Usted debe ser el de la cultura de
las soluciones, no el de los problemas. Evite ser el crítico y cenizo
permanente, el que sólo ve problemas en todo. Estos cenizos no dejan
opción para razonar con ellos.
Su jefe espera que sea competente, en las grandes cuestiones y en los
pequeños detalles. La calidad de su trabajo es su mayor argumento. Es
recomendable asombrarle con algo mejor de lo que él esperaba. Pero aquí
debe tener en cuenta lo alto que pone el listón para futuros encargos.
Tampoco está de más un poco de "gestión de la eficacia".
Su trabajo es hacer mejor a su jefe. Y el de su superior es conseguir
que usted tenga éxito. Cualquier otra opción contraria a esta simbiosis
será una fuente de problemas organizativos.
El buen jefe tampoco quiere a los maniáticos del manual con un
exagerado sentido de las reglas, incapaces de tener una idea creativa.
Son de la clase de gente que anota todo, pero aportan más bien poco.
Su jefe necesita gente que sea muy buena en cuestiones determinadas.
Es bueno que usted sea competente en un área determinada que su superior
valore. No pretenda ser el chico para todo ni trate de dar la imagen de
que es capaz de resolverlo cualquier tarea.
Si su jefe está a punto de tomar una decisión estúpida, no pasa nada
si trata de convencerle con argumentos de que hay otros caminos.
(Estamos hablando de agradar a un buen jefe. Si su jefe es tóxico, no
intente llevarle la contraria. De hecho, el mal jefe sólo quiere
aduladores a su alrededor. Si usted es un pelota profesional con un mal
jefe, enhorabuena. Pero tenga en cuenta que su superior le utilizará
mientras le convenga, como apoyo para su ego. Pero al llegar el día de
la verdad o cuando la situación se ponga crítica para él, no dudará en
abandonarle).
Olvídese de jergas y jeroglíficos. Su jefe quiere lenguaje llano, las
cosas claras. Utilice pocas palabras y hágase entender fácilmente.
Muestre seguridad y autoconfianza. Sea sincero y claro. Evite caer en
el pozo de los mentirosos que actúan así para escaquearse de algún
problema o no asumir su parte de responsabilidad.
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