"El
síndrome “House” genera directivos precavidos, recelosos que siempre piensan lo
contrario a lo que dicen los empleados y que caen en un estado de continua
autojustificación de su quehacer por las actitudes de los empleados"
Javier Cantera | Grupo BLC
Podemos definir este síndrome como la sobrevaloración
de la falsedad de las personas en las empresas, a través de este cuadro un
directivo considera que todos o la mayoría de los empleados están exagerando o
mienten. Al igual que los argumentos que reiterativamente menciona el actor
Hugh Laurie en su papel como Dr. Gregory House en la famosa serie con dicho
nombre, nos encontramos muchos directivos que piensan que los empleados les
engañan. Más en estos momentos de crisis, cuando la mente conspiranoire piensa
en causas esotéricas de nuestras desgracias y vergüenzas empresariales. La
visión de que el empleado nos engaña en su trabajo por los cambios en las
condiciones laborales se basa en el aforismo que me expresó un día un famoso
sindicalista madrileño:” Yo no sé si me engañan en el salario, pero lo que sé,
ciertamente, es que no me engañan en lo que trabajo”. Esta distorsión de la
percepción como pasa en House ó en su ideal literario que es la figura redicha
de un Sherlock Holmes, no sirve para generar confianza. El síndrome “House”
genera directivos precavidos, recelosos que siempre piensan lo contrario a lo
que dicen los empleados y que caen en un estado de continua autojustificación
de su quehacer por las actitudes de los empleados. No se puede estar todo el
día como el Doctor House con cara de cabreo, con observaciones deductivas y,
ante todo, con una actitud displicente. En este momento las empresas necesitan
que circule el capital confianza entre las personas y de ahí que propongo las
cinco conductas que generan más confianza. Esta conductas las recogemos del
famoso libro “El factor confianza: el valor que lo cambia todo” de Stephen M.R.
Cowey y Rebbeca R. Merrill, donde expresa aquellas conductas que tras un amplio
estudio con directores han demostrado ser más eficaces para conseguir la confianza
de sus colaboradores. Las conductas son:
1. Hablar claro. Para confiar hay que saber que queremos para que los
otros sepan nuestras expectativas, preferencias, creencias y conductas que
valoramos. La necesidad de la claridad en momentos turbulentos es mayor por el
impacto que produce lo ambiguo. Goethe en sus pensamientos sintéticamente nos
decía: ”Actuar es fácil, pensar es difícil, actuar según se piensa es aún más
difícil”. Hay que pensar que para confiar debemos ser creíbles
2. Demostrar respeto. No hay nada que más comunique que respetar las opiniones y alocuciones de nuestros interlocutores. La confianza se genera escuchando más que hablando, volviendo al mejor libro de management histórico, es decir, el refranero nos dice: “Escucha ciento veces, pondera mil veces, habla una vez”.
3. Crear transparencia. La transparencia no significa contar a cualquier todos los secretos de tu vida. Como decía el director de cine Billy Wilder: “Mostrar todo nos hace perder lo erótico del descubrimiento”. Ser transparente no significa que no se nota el cristal a través del que se ve. La transparencia es una actitud y no una habilidad, no se trabaja para tener transparencia sino que se es transparente.
4. Corregir errores. El error es la gran fuente para generar confianza. La confianza se acrecienta cuando las personas hablan de sus errores con la naturalidad del aprendizaje. Aprender del error propio es una conducta que da confianza no sólo por su humanidad sino por su valentía personal. El monstruo de los egos grandilocuentes y el paraíso de los perfectos irritables son personajes que habitualmente asesinan la confianza. El Doctor House tiene un ego como el gigante de Big Fish de Tim Burton, que por grande que sea el árbol siempre destaca por encima.
5. Mostrar lealtad. La sinceridad implica lealtad entre los interlocutores. No vale hablar e intercambiar confianza si a la menor ocasión hablo con un tercero en contra de esta confianza. Ser leal a una relación de confianza implica respetar los acuerdos a los que se llega y los pactos mentales que acordamos en nuestra comunicación diaria. El cotilleo externo es un mal habitual que genera desconfianza. pero con el objetivo de creer que una persona es un fin en si mismo y nunca un medio.
En fin, el querido Doctor House nos sirve como figura
para explicitar la necesidad del factor confianza en los directivos actuales.
Que está bien que seamos desconfiados y con dudas en un principio, pero que el
entorno aciago nos lleva a crear confianza si queremos superar y crear competitividad.
Y la confianza necesita de conductas observables: hablar claro, demostrar
respeto, ser transparentes, corregir errores y sobre todo ser leales. ¿Para
cuándo podremos confiar en un político…? Cuando las ranas tengan pelo.
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