miércoles, 11 de marzo de 2015

‘Telepresión’, cuando la urgencia del e-mail se convierte en estrés

Un nuevo término está tomando forma para describir el estrés único que produce el trabajo en el siglo XXI. 

Los investigadores han acuñado el término, “telepresión”, para describir nuestras ansias de responder inmediatamente a correos electrónicos. La definición también incluye a aquellos que se encuentran a sí mismos pensando repetidamente que tienen que contestar una nota para un colega o redactar un mensaje de respuesta para el jefe.

“Uno batalla con abandonar cognitivamente las cosas”, apuntó Larissa K. Barber, profesora auxiliar de psicología de la Universidad del Norte de Illinois. 
 
Barber y un colega recientemente publicaron un estudio que vincula la preocupación acerca de las comunicaciones del trabajo —también puede ocurrir con mensajes de texto, indicó— con el agotamiento. Los trabajadores que mostraron mayores niveles de telepresión eran más propensos a estar de acuerdo con afirmaciones como “no tengo energía para ir a trabajar en la mañana” y “siento que mis baterías están muertas”. Además de sentirse fatigados, también tendían a estar menos concentrados y a ser incapaces de pensar con claridad. 

El estudio aglutinó datos de 303 personas que revelaron la frecuencia con que responden correos electrónicos entre semana, los fines de semana, días de vacaciones y días de ausencia por enfermedad. Los investigadores también pidieron a los participantes que abrieran los mensajes más recientes que habían enviado en respuesta a e-mails entrantes; estos informaron a los investigadores la hora en que fueron recibidos los mensajes y la hora en que los habían respondido. 

Los empleados obsesionados con responder e-mails tenían una menor calidad de sueño y eran más propensos a faltar al trabajo por motivos de salud, según el estudio publicado por la revista académica Journal of Occupational Health Psychology

Barber afirmó que la obsesión con responder e-mails también podría estar perjudicando la productividad de los empleados. En lugar de sumergirse en tareas de trabajo de mayor magnitud, terminan enfocados en aparentar que están trabajando. 

El estudio no halló un vínculo estrecho entre la telepresión y la personalidad de un empleado; en cambio, las normas del trabajo parecen predecir la situación. En algunas organizaciones, los trabajadores “están recibiendo pistas implícitas y explícitas de que esto es lo que debería estar haciendo uno para ser un buen empleado”, señaló. 

“Esto podría ser algo a lo que (los empleados) sucumben porque están nerviosos sobre su posición social en el sitio de trabajo”, agregó. 

Puede ser útil establecer políticas a nivel empresa o en el grupo de trabajo, dijo. Los jefes deberían fijar expectativas claras sobre tiempos de respuesta: por ejemplo, que los empleados deberían responder dentro de ocho horas a un mensaje recibido durante la jornada laboral y dentro de 48 horas a un mensaje recibido el fin de semana. Los grupos de trabajo también pueden motivar a los empleados a repasar su correo electrónico durante periodos establecidos durante el día, reservando las demás horas para realizar trabajo ininterrumpido. En lugar de solicitar información lo antes posible, los gerentes deberían determinar una fecha de entrega exacta en sus solicitudes. Y si un gerente envía un e-mail no urgente a la 1 de la mañana, debería explicar que no espera que el destinatario responda de inmediato. 

Si las organizaciones no empiezan a realizar cambios, podrían enfrentar costos como menores niveles de retención y de calidad de trabajo, o incluso mayores costos médicos. 

“Esto suena como una idea realmente estupenda, que los trabajadores estén continuamente conectados”, apuntó Barber. “Pero tendrá que lidiar con las consecuencias”.



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