lunes, 13 de febrero de 2017

8 maneras de gestionar la decepción en el trabajo

La frustración puede producir improductividad y desmotivación

 

Sentirse decepcionado ante un mal resultado es habitual en el mundo de los negocios. Saber enfrentar esas emociones de tristeza o ira, pueden suponer la diferencia entre avanzar hacia una solución o estancarse en el problema, repitiendo errores anteriores y cayendo en nuevas decepciones.

La decepción es inevitable en los negocios. Por lo general éstas se relacionan a resultados en proyectos o datos económicos, pero también puede referirse a las dinámicas laborales o trabajos en grupo. Es algo común, habitual e intrínseco del ser humano. El afán de superación es positivo siempre y cuando se enfoque desde una perspectiva del “camino” y no del “resultado”.
Aprender de los errores o identificar las claves que han determinado que no se haya llegado a los objetivos marcados, es parte del aprendizaje de los profesionales, incluidos los de más éxito. Pero ¿cómo se hace frente a la decepción? Un artículo publicado en INC ha revelado 8 cosas que podemos hacer para que la frustración sea productiva.
  1. Mantener la compostura. Los grandes líderes saben que la mejor fórmula para salir de una crisis, sea empresarial o emocional, es mantener la mente fría. Independientemente de cuál haya sido la pérdida, es injustificable la pérdida de los modales, aunque la responsabilidad recaiga en otras personas. Saber mantener la calma permite llegar más rápido a soluciones.
  2. No convertirlo en algo personal. Las decisiones en el mundo de los negocios nunca se deben tomar desde las emociones, sino desde los datos. Si esto no fuera posible culpar a la intuición o pensar que la persona responsable lo ha hecho con conocimiento de causa no sólo no contribuye a la mejora de los procesos decisivos, sino que destruye las relaciones de confianza que se establecen en la compañía.
  3. Aceptar las decisiones. Nunca hay que quedarse con una duda. Si se necesita más información, hay que pedirla, pero anclarse en el desacuerdo no mejorará los resultados. Si uno no comparte las razones que ha llevado a una decisión, hay que evaluarlas y ver qué ha fallado.
  4. El poder de la humildad. Ser humilde implica escuchar a otros. Pensar que se sabe todo, limita la capacidad de atender a cuestiones de riesgo y acceder a caminos no vistos por la persona responsable de la toma de decisión.
  5. Unión de equipo. La confianza en el equipo de trabajo es lo que distingue un jefe de un líder. Proteger al equipo por encima de los errores, supone dar un paso más allá en la mejora de los procesos de trabajo en grupo.
  6. La importancia de la pasión. Tras una decepción, la motivación y productividad puede decaer. Es entonces cuando hay que recordar por qué estamos trabajado en ese sitio, cual era nuestro objetivo inicial.
  7. El diálogo como herramienta. Los estudios han demostrado que la tristeza se contrarresta de forma más rápida cuando se comparte con otros. Un consejo útil sería encontrar una voz positiva que inspire confianza en el equipo.
  8. Desconectar a tiempo. Centrarse únicamente en el fallo o el sentimiento de frustración no va a ayudar a salir de esa situación. Hay que tratar de dejar atrás esos momentos, identificar sus causas y seguir adelante con el trabajo.

 

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