Según la Organización Mundial de la Salud,
 un número récord de jóvenes en todo el mundo sufren de depresión o 
trastornos de ansiedad. En algunas capas de la sociedad, existe una 
tendencia a menospreciar esta tendencia como el producto de una 
"generación de copos de nieve" excesivamente mimada, con demasiados 
títulos y demasiado sensible.
Por el contrario, aparecen unos indicios crecientes de que el 
incremento de la mala salud psicológica de los jóvenes puede deberse a 
los estándares excesivos que tienen para sí mismos y al duro autocastigo
 que habitualmente se establecen. Cada vez más, los jóvenes albergan 
ideales irracionales, que se manifiestan en expectativas poco realistas 
para su rendimiento académico y profesional, qué aspecto deberían tener y qué propiedades deberían poseer. Parece que interiorizan un destacado mito contemporáneo de que las cosas, incluidos ellos mismos, deberían ser perfectas.
Sin embargo, la perfección es un objetivo imposible. Aquellos que se 
preocupan por ser perfectos están destinados inevitablemente al fracaso y
 a la turbulencia psicológica. Se obsesionan con ganar la aprobación de 
los demás y demostrar lo que valen a través de un rendimiento impecable 
tras otro. Rumian crónicamente sobre sus imperfecciones, le dan vueltas 
sobre lo que podría haber sido o debería de haber sido, y experimentan una apreciable ansiedad e incluso vergüenza y culpa sobre sus aparentes carencias y falta de mérito.
La idea de que el perfeccionismo podría estar detrás del reciente 
incremento de enfermedades mentales graves fue lo que impulsó nuestra 
última investigación publicada en Psychological Bulletin.
 Queríamos responder a una pregunta básica, pero importante: ¿está 
aumentando el perfeccionismo entre los estudiantes universitarios 
estadounidenses, canadienses y británicos?
Para responderlo, hemos evaluado los cambios generacionales en las respuestas de los estudiantes universitarios a la Escala Multidimensional del Perfeccionismo
 desde 1989 hasta 2016. Esta escala fue desarrollada por los principales
 psicólogos en el área del perfeccionismo, Paul Hewitt y Gordon Flett, y
 mide el perfeccionismo auto orientado (expectativas personales 
excesivamente altas), perfeccionismo prescrito socialmente (expectativas
 sociales excesivamente altas) y perfeccionismo orientado a otros 
(expectativas excesivamente altas de los demás). Como los universitarios
 tienen aproximadamente la misma edad, los datos recopilados en 
diferentes tiempos con el mismo instrumento nos permitieron analizar si estas dimensiones del perfeccionismo cambiaban con el tiempo.
En total, recuperamos datos de 41.641 estudiantes estadounidenses, 
canadienses y británicos. Nuestros hallazgos respaldaron nuestra 
hipótesis. Entre 1989 y 2016, los niveles universitarios de 
perfeccionismo auto orientado, socialmente prescrito y orientado a otros
 crecieron en cantidades estadísticamente significativas. Las recientes generaciones son más exigentes consigo mismas, perciben que los demás son más exigentes con ellos y ellos mismos también lo son con los demás.
Quizás la tendencia más preocupante documentada en nuestro análisis es la del perfeccionismo prescrito socialmente.
 Incrementó dos veces más que el índice de perfeccionismo auto orientado
 y que el de orientado a otros. También es la forma de perfeccionismo 
que exhibe la asociación más grande
 de todas las dimensiones con una serie de problemas de salud mental que
 incluyen ansiedad, depresión, fobia social y pensamientos suicidas. El 
crecimiento en el perfeccionismo prescrito socialmente genera un 
escenario convincente para los niveles casi epidémicos de enfermedades 
mentales graves en los jóvenes.
En términos generales, consideramos que nuestros resultados plantean 
cuestiones importantes sobre cómo estamos estructurando la sociedad y si
 su fuerte énfasis en la comparación social, y en la subsiguiente 
clasificación, selección y ranking, beneficia a los jóvenes. Junto con 
la investigación que demuestra los efectos destructivos del perfeccionismo en la salud mental,
 nuestros hallazgos también son un potencial aviso para las escuelas, 
universidades y empleadores que consideren que gestionar el bienestar de
 los jóvenes resulta cada vez más importante.
Considerando esto, tenemos algunos consejos para profesores, docentes y gerentes
 que ayudarían a crear una cultura que contribuya a aliviar el impacto 
del perfeccionismo. Habrá que tener en cuenta que no somos psicólogos 
clínicos. Si encuentra a alguien que experimente dificultades de salud 
mental, o de hecho las sufre usted mismo, debe buscar asistencia de un 
profesional de la salud mental debidamente capacitado. Nosotros 
ofrecemos estos consejos con la esperanza de ayudar a aquellos que 
simplemente buscan llevar mejor el perfeccionismo en sus propias vidas o
 asesorar o enseñar a otros que luchan contra la presión de ser 
perfectos.
El fracaso no es una debilidad
La energía que se encuentra detrás del perfeccionismo proviene en gran medida del deseo de evitar el fracaso. Cuando se enfrenta a un examen importante, un plazo crucial o una presentación de trabajo, un perfeccionista ve cada oportunidad principalmente como una posibilidad de fracasar.
 Este miedo lo generan sus normas excesivas y su deseo de hacer las 
cosas bien. Temen que, si no lo hacen a la perfección, se revele alguna 
debilidad interna o fragilidad. Es por eso que aquellos con mayor nivel 
de perfeccionismo generalmente experimentan más estrés en su vida 
diaria. Éste puede provocar otros problemas de salud mental y física.
Cuando los estudiantes o los trabajadores parecen estresados por una oportunidad amenazante, hay que ayudarles a cambiar su foco de las desastrosas posibilidades de
 lo que podría salir mal hacia qué podrían aprender de ello. Recalibrar 
sus metas hacia abajo y trabajar con ellos para ver los acontecimientos 
estresantes como posibilidades para desarrollarse.
¿Y si fracasan? Las personas con niveles más altos de perfeccionismo generalmente serán ambiciosas, trabajadoras y diligentes. Un poco de compasión y apoyo cuando las cosas no van bien ayudará a mantenerlos así.
Hay metas más saludables que la perfección
Al adoptar estándares excesivamente elevados, aquellos con niveles más altos de perfeccionismo se preparan para el fracaso y eso daña su autoestima.
 Probablemente estas personas necesiten ayuda para reconocer lo que se 
puede lograr de manera realista y requieren orientación para establecer 
los objetivos adecuados. Hay que abogar por la perseverancia, la 
flexibilidad y la diligencia porque son cualidades deseables y no vienen
 con los miedos que siguen a la búsqueda de la perfección. A veces es 
necesaria la meticulosidad, y esto está bien, pero si el objetivo es la 
perfección y no un objetivo más razonable aparecerá la parálisis.
Trabajo hecho es mejor que perfecto
Los altos objetivos no son los únicos que impiden el éxito de los perfeccionistas, sino también su tendencia a posponer las tareas difíciles.
 Cuando el fracaso es devastador, se vuelve difícil avanzar en las 
tareas que conllevan un alto riesgo de fallar. Los perfeccionistas a 
menudo tienden a posponer las cosas porque no pueden fracasar en las 
tareas que no han comenzado.
Especialmente cuando se ciernen los plazos, esta parálisis puede ir acompañada de desvelos y melancolía que dañan la salud psicológica. La dilación no es algo que los perfeccionistas presentan voluntariamente, pero este vínculo está respaldado por varias investigaciones.
 Si es evidente que el miedo a fallar está reteniendo a los estudiantes o
 empleados, deberían animarlos a dar pequeños pasos y manejables. 
Empezar es la parte más difícil. Hay que evitar que piensen demasiado. 
Recordarles sobre las experiencias previas y éxitos podría ayudar. pero 
ser impaciente, exigente o crítico no lo hará.
El perfeccionismo es un rasgo engañoso. Promete meticulosidad, 
trabajo arduo y dedicación, pero, aunque puede brindar motivación y 
rendimiento, también da problemas de salud mental. Nuestra investigación
 indica que el perfeccionismo está aumentando. Se espera que la 
frecuencia de estos problemas haga lo mismo.
 

No hay comentarios:
Publicar un comentario