Y explica que la proliferación del tuteo, un fenómeno que se inició
en países como Francia, Rusia, Italia y España en los años 40 y 50 a
raíz del comunismo y del fascismo y sus planteamientos de “camarada” y
“compañero”, ha adquirido en España unas dimensiones inimaginables en
otras sociedades de nuestro entorno. “El boom del tuteo es un fenómeno
español –no castellanohablante–, quizá porque España es un país
sometido a vaivenes como ningún otro, y si durante años ha sido
reticente a los cambios, después ha apostado con furor por estos; una
encuesta de la Universidad de Michigan (EE.UU.) evidencia que España es
el país, de 80 analizados, que más radicalmente ha cambiado en valores,
actitudes, expectativas... y también en el uso de pronombres
de solidaridad y poder”, dice Valladares. De hecho, en los años 40 y 50
el usted todavía estaba bien instalado en muchas relaciones
padres-hijos, y en las de profesor-alumnos hasta bien entrados los 70.
Y es a esta última díada a la que muchos responsabilizan de haber
hecho del tuteo un rasgo distintivo de la sociedad española, ya que
fueron los profesores, en los años 70 y sobre todo en los 80, los que
apearon a sus alumnos del tratamiento del usted y, ahora, esos alumnos y
los alumnos de esos alumnos emplean y extienden el tú al resto de los
ámbitos porque no conocen otra forma de relación o han sido educados
pensando que el usted implica rechazo. Porque detrás de la pasión
española por el tuteo hay también cierto convencimiento de que el tú
promueve relaciones más libres e igualitarias. “La tendencia a una sociedad más igualitaria,
a la pérdida de distancias jerárquicas en las relaciones sociales, hace
que no parezca correcto establecer distancias previas y por eso se
utiliza el tú en lugar del usted, que para muchos denota alejamiento”,
justifica el sociólogo Antonio López, profesor de la UNED. En su
opinión, el abandono del usted está muy ligado a las nuevas realidades y
valores sociales. “La sociedad del conocimiento tiende a relaciones más
horizontales y menos verticales, más cooperativas, más productivas, de
más igualdad entre los sujetos que participan, y eso hace que se imponga
un trato más cercano”, explica. Y añade que, como en la sociedad actual
también prima lo juvenil y la adopción de relaciones y patrones
juveniles seas joven o no, “el tuteo gana enteros”.
Los lingüistas admiten que el usted conlleva cierta dosis de distanciamiento
en las relaciones, pero también de consideración y de respeto, y son
muchos los que hacen saber que el igualitarismo del tuteo es “de
pacotilla”, pues llamar a un desconocido o al jefe de tú no implica
necesariamente afecto ni solidaridad con él. A este respecto, Antonio
López advierte que, si perdemos el usted, perdemos una percepción de la
realidad, porque que tutees a los otros no quiere decir que estén más
próximos. Y no es la única pérdida que, según los especialistas, implica
abandonar el usted.
De la definición que la Real Academia Española da a tutear –“hablar a
alguien empleando el pronombre de segunda persona. Con su uso, se
borran todos los tratamientos de cortesía y respeto”–,
se deduce que si desaparece el usted desaparece una forma de
comunicación que se considera vinculada a las buenas maneras. “Perdemos
lo que el usted proporciona de reconocimiento del valor y la dignidad
del otro, la jerarquización y las diferencias” en las relaciones, señala
el sociólogo Antonio López. El filólogo y profesor de lengua José María
Romera cree que la reivindicación del usted no es una cuestión de moral
social ni de defender las buenas maneras, sino de evitar que se pierda
una potente herramienta de comunicación. “Dejar de utilizar el usted
supone un empobrecimiento de la lengua, como cada vez que desaparece un
mecanismo lingüístico, porque la lengua es más rica si proporciona más
signos, más señales para comunicarnos, y resulta más eficaz”, argumenta.
Y añade que “el problema no es que desaparezca el usted, sino el
sistema de referencias para saber dónde está la familiaridad y dónde el
respeto; así que si no tenemos el usted, tendrá que aparecer otra forma
que asuma ese tratamiento cautelar, de primer
acercamiento en las relaciones”. Y como prueba de que estamos ante una
pérdida para la comunicación apunta las vacilaciones, el titubeo y las
alternancias entre el tú y el usted que se produce en muchas
conversaciones entre desconocidos. “Si dudamos, es porque no se ha
repuesto la función que cumplía el usted con otro mecanismo”, apunta.
La realidad es que el tuteo se convierte a veces en un campo de minas
al iniciar una relación, pues es difícil saber cómo tratar al
interlocutor. Uno puede utilizar el usted pensando en mostrar una actitud respetuosa
hacia su interlocutor y encontrarse con que su gesto es tomado como una
afectación excesiva. Del mismo modo que un tuteo mal elegido puede
ofender la dignidad de quien no espera ni quiere más familiaridad de la
deseada. “La palabra es mitad de quien la pronuncia y mitad de quien la
recibe, así que el hablante no debe pensar en su propio sistema sino
también en el del receptor, y el tratamiento de segunda persona es del
receptor, así que debemos determinar el tú o el usted en función de
este”, explica José María Romera. Pero no siempre es fácil acertar.
“La lengua sirve para categorizar la realidad, para
construirla; en la literatura y en el cine hay muchos ejemplos de cómo
cambian las relaciones entre un hombre y una mujer cuando se pasa del
usted al tú, es toda una declaración, y si el usted no se utiliza,
desaparecen muchos matices y una determinada visión del mundo”, añade el
profesor Valladares. Javier Aguado, miembro de la Asociación Española
de Protocolo, cree que el abandono del usted afecta también a la
convivencia. “Si te tuteas, es más fácil perder los papeles cuando
discutes o reclamas algo; no es baladí usar el usted cuando vas a
reclamar, porque das imagen de que respetas a quien tienes enfrente y
ganas puntos para que te respeten”, dice. Que el usted resulta una
barrera contra la descortesía queda claro a la hora de insultar. ¿O no
resulta más fácil un “eres imbécil” que un “es usted un imbécil”?
Por eso son muchos los que reivindican la necesidad de preservar el
usted no sólo en las relaciones más formales, sino también en las de
carácter laboral, en la administración, en los hospitales, y donde haya
que mantener una diferencia de jerarquía sin que ello
suponga una relación de superioridad ni inferioridad. En la escuela, los
especialistas ven difícil recuperarlo por imposición legal, porque el
actual modelo educativo va ligado a la disolución de diferencias. Romera
también defiende el usted en determinadas franjas de edad, en especial
para relacionarse con personas mayores desconocidas, porque es una
manera de mostrar respeto hacia ellas, algo que no se tiene en cuenta en
muchos hospitales y residencias y muchos ancianos se ofenden ante lo
que creen una falta de consideración. “Si nos equivocamos en el uso de
los pronombres, podemos cometer auténticas faltas de cultura práctica e
incluso nos pueden llamar la atención”, apunta Secundino Valladares.
Tutearse, un distintivo español
¿Son las sociedades alemana, francesa o italiana menos
solidarias e igualitarias que la española? Si tomáramos como referencia
el uso que hacen de los pronombres de solidaridad y poder,
del tú y del usted, se diría que sí. Sin extraer conclusiones de un
análisis tan simplista, lo cierto es que el tutearse a troche y moche,
incluso en el ámbito laboral y sin el consentimiento tácito del
interlocutor, se ha convertido en un distintivo español que sorprende a
quienes llegan a nuestro país. “No”, dirán algunos, “porque los ingleses
sólo tienen un tratamiento para la segunda persona, el universal you”.
Pero la realidad es que los británicos utilizan otros recursos
lingüísticos para revestir de mayor o menor formalidad sus relaciones, y
para tutear o indicar mayor familiaridad, incluyen el nombre de pila
del interlocutor en las frases.
En Francia prevalece la forma vous
sin controversia. El tú sólo impera en el círculo familiar (con
excepciones como la del ex-primer ministro Édouard Balladur, conocido
por su extremado formalismo y por tratar de usted a su esposa y a sus
cuatro hijos), y sólo se tutea en el mundo laboral si la persona de
mayor posición jerárquica lo propone. En Alemania o Italia, además de
mantenerse el tratamiento de usted para las relaciones con desconocidos,
con personas de más edad o en el mundo laboral, se utilizan todavía los
tratamientos de grados académicos para las relaciones más formales o en
las que se quiere dar relevancia a la autoridad o a la jerarquía.
Pero tampoco es una cuestión de idioma, porque en Latinoamérica no se
observa el mismo comportamiento. De hecho, en algunos países como
Bolivia, Ecuador, Colombia y Panamá, usan el tuteo como forma culta,
formal, y recurren al voseo para las relaciones de familiaridad. En
otras zonas, como Chile y algunos estados de México, el tuteo implica
una formalidad intermedia, mientras que el voseo es el tratamiento más
familiar. En cambio, en España el vos –ya perdido– nunca tuvo
significado de familiaridad, sino que marcaba más distancia que el
usted.
Mejor pecar por exceso
“Siempre es mejor pecar de formalista que de
maleducado”. Esta es la receta de los especialistas consultados para
resolver las dudas que la generalización del tuteo suscita en algunas
personas a la hora de dirigirse a un desconocido o de entablar una
relación en un ámbito diferente del habitual. “En realidad, los niños y
los jóvenes no tienen dudas, tutean a todo el mundo; son los
treintañeros o quienes están en la cuarentena quienes se sienten inseguros
y, en una conversación de cinco minutos, acaban utilizando
alternativamente el tú y el usted porque las variables de edad, sexo,
prestigio, antigüedad o dominación no siempre les dejan claro qué es lo
más aconsejable”, explica el profesor de Antropología de la Complutense
Secundino Valladares. Un buen ejemplo de la situación que describe lo
protagonizó el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez
Zapatero, durante su intervención en el programa Tengo una pregunta para usted:
a unos participantes los trató de tú, a otros de usted y, en la mayor
parte de los casos, mezcló las dos formas en la misma persona. De sus
interlocutores, sólo uno optó por tutear al presidente.
El especialista en protocolo Javier Aguado aconseja dirigirse siempre de usted
a quien no conocemos, sea el panadero, un jefe, la azafata o el
pasajero, y después de establecida la relación preguntar al interlocutor
si le parece bien tutearse. Aguado apunta que lo correcto es que
plantee la posibilidad del tuteo quien inicia la comunicación, aunque
también hay quien considera que corresponde sugerirlo al interlocutor de
mayor posición jerárquica o, entre iguales, al de mayor edad.
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