- Algunas personas cambian sus prioridades o sus actuaciones cuando están en grupo y son más propensas a perder su propio criterio.
- Querer sentirse integrado dentro de un grupo nos hace nos hace percibir a los que se encuentran fuera del círculo como extraños.
Laura Martín | Madrid
¿Quién no se ha burlado alguna vez de
las desgracias ajenas? Por ejemplo, cuando eras pequeño y te reías con
tus amigos cuando alguien se caía o tropezaba pero en cambio no solías
hacerlo cuando estabas solo. En la época adulta, esto se traduce en las
actuaciones y decisiones a seguir en el trabajo o en la familia.
En muchas ocasiones se ha comprobado que la estupidez humana proviene de los individuos en su conjunto.
La violencia generalizada es resultado muchas veces del no saber actuar
en grupo. Diversos experimentos han demostrado que las personas pueden
cometer actos de vandalismo cuando actúan dentro de la masa que no
cometerían como individuos particulares.
En el estudio publicado en la revista NeuroImage y liderado por Mina Cikara,
una de sus estudiantes de postdoctorado, ha demostrado cómo las
personas pierden contacto con sus referencias morales individuales
cuando actúan en grupo y cómo esto facilita la posibilidad de que
agredan a los que no pertenecen al grupo.
Para el análisis, se reclutaron 23 voluntarios y los científicos analizaron su actividad cerebral con resonancia magnética funcional en
dos situaciones: participando en un juego de forma individual y
haciéndolo en grupo. Los investigadores centraron su atención en un área
del cerebro que se activa siempre que la persona hace valoraciones
sobre sí misma y de lo que piensa. Durante las pruebas descubrieron que
en algunas personas esta zona se activaba mucho durante el juego
individual pero se inhibía cuando estaban jugando en grupo.
Con esta investigación es más fácil comprender porque algunas personas cambian sus prioridades o sus actuaciones cuando se encuentran en grupo y son más propensas a perder su propio criterio.
Quizá, el proverbio de “si no puedes con ellos únete”, sea la aplicación práctica de estos resultados que obtuvo la científica Mina Cikara junto a su equipo.
El querer sentirse integrado dentro de
un grupo y formar parte de él nos hace desarrollar una especie de sexto
sentido grupal que nos hace percibir a los que se encuentran fuera del
círculo como extraños y muchas veces se convierten en sujetos débiles y
vulnerables, que pueden suponer una ofensa para nuestro equipo.
Pero este estudio también demuestra que
se puede producir este comportamiento de “todo por el grupo” con
consecuencias positivas, tales como actuaciones de imitación de obras
sociales o de caridad.
Por tanto, los mismos circuitos neuronales, según aseguran los investigadores, pueden promover comportamientos prosociales o antisociales, aunque simplemente por un autoreflejo de defensa sea más habitual que se desencadenen episodios negativos.
En el ámbito laboral, una mala decisión
puede ser causada por ese sentimiento grupal de no “defraudar” al equipo
y que a veces no tiene suficientes fundamentos reales. Es necesario no
dejarse llevar por la masa y tener siempre presente nuestro propio
criterio personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario