martes, 20 de octubre de 2015

Seis mitos sobre productividad que deberías ignorar

Establecer prioridades, administrar el tiempo o tomarse pausas, entre los errores más comunes

A menudo, expertos y medios de comunicación nos bombardean acerca de un sinfín de consejos que pueden hacer de nosotros empleados más productivos en el trabajo, pero... la clave está en las diferentes acepciones que tiene la palabra "productividad", que varían en función de la actividad que desarrollamos y del momento vital que nos encontremos nosotros mismos o la empresa en la que nos ubicamos. 
 
Tal y como señala Stephanie Vozza en un artículo publicado en Fastcompany.com, "la productividad no implica una solución única para todo el mundo porque no todo el mundo produce los mismos productos o servicios". No es lo mismo, tampoco, estarle dando forma a nuestra empresa que estar inmersos en la redacción de una novela.

Vozza hace referencia, asimismo, a una cita de Nietzsche que afirma que "la forma más básica de la estupidez humana consiste en olvidar, demasiado a menudo, aquello que estamos tratando de alcanzar". Esto se debe a que solemos centrarnos en la productividad como un concepto, lo que nos lleva a dejar de lado el objetivo final que perseguimos.

Aparte de insistir en la creencia errónea de un concepto único y universal en torno a la productividad, Vozza enumera hasta seis mitos relacionados con la productividad que deberíamos olvidar. Aquí van:
  1. Buscar una técnica infalible para almacenar tu correo electrónico: lo importante no es dar con un sistema infalible que agilice la búsqueda de e-mails en nuestra bandeja de entrada, sino apelar a la lógica cada vez que queramos llegar a un mensaje.
  2. Establecer prioridades: las prioridades no se establecen, se tienen o no se tienen, así que más vale hacer un reset de vez en cuando, de manera que dichas prioridades se reordenen de manera natural. Normalmente, la intuición a la hora de priorizar tareas es algo que funciona.
  3. Comenzar el día consultando la lista de tareas por hacer. Las tareas del día que tenemos por delante no deben determinarse a primera hora de la mañana, sino la víspera anterior, momento en que todavía nos queda cierto margen de flexibilidad para descartar aquellas que no sean urgentes o incorporar a la lista aquellas que han surgido en el último momento y hemos catalogado como prioritarias.
  4. Tomar pausas de manera regular. Uno no puede generalizar y aconsejar a los demás tomarse una pausa de cinco minutos por cada 60 o 90 minutos trabajados. Es posible que haya gente a quienes les funcione, pero también es probable que haya quienes prefieran enfrascarse en un asunto durante tres o cuatro horas seguidas hasta darlo por finiquitado, o quienes tras 30 minutos de concentración absoluta necesiten un break. En cualquier caso, no fuerces o pospongas los descansos en función a las estadísticas y tómate un respiro cuando realmente sientas que lo necesitas.
  5. Actuar de inmediato. Uno no debe ponerse manos a la obra en cuanto se le asigna una tarea, sino que debe terminar aquella en la que estaba concentrado para pasar página y centrarse por entero en la siguiente. De lo contrario, no estaremos respondiendo ante las demandas, sino reaccionando, sin más.
  6. Administrar el tiempo. Estadísticamente, está comprobado que todos tenemos entre dos y tres horas diarias donde damos lo mejor de nosotros mismos y somos más productivos, creativos y proactivos. Debemos reconocer cuándo nos sentimos así para obrar en consecuencia y distribuir las tareas en función de nuestros propios ritmos.
 Equipos & Talento

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