Si observa que otros siempre
ascienden y que su carrera se ha paralizado o atrofiado, la apatía es el
siguiente estado que le anulará como profesional. La automotivación y abandonar
su rutina de trabajo son algunas opciones para salir del estancamiento laboral.
Self starter, pulsar en caso de
apatía o atrofia laboral". Si fuera tan sencillo como esto, las personas
y, en última instancia, las organizaciones dejarían de padecer esas dolencias
que acaban con un buen profesional. La automotivación es, en opinión de Camilla
Hiller-Fry, socia de PeopleMatters, "la mejor medicina para que una
persona se ponga en marcha, establezca sus propios retos y refuerce su
motivación". También propone como antídotos el deseo y/o la oportunidad de
ayudar a otros y la resiliencia, "entendida como la capacidad de resistir
o aguantar una situación difícil y ponerla en perspectiva, así como la
motivación para superar limitaciones profesionales o personales".
Transformación personal
Ser consciente de la situación es
el primer paso para abordar un problema del que solo puede salir uno mismo. Eva
Collado, consultora estratégica de capital humano, está segura de que "no
podemos estar en un trabajo en el que nos sintamos un mueble. La vida es
demasiado corta para trabajar en el lugar equivocado. Conozco a personas que
creen en el milagro de que la situación cambiará, todo irá mejor durante años y
años y, cuando se dan cuenta, son auténticos working deads".
Juan San Andrés, consultor en
organización y psicólogo, explica que "a partir del cuarto año en un
puesto, ni el profesional ni éste aportan nada. Muchos funcionarios son
víctimas de la atrofia laboral debido a la falta de recompensas y de castigos,
aunque esto pueda parecer paradójico". En su opinión, lo que puede ayudar
a salir de ellos es "desarrollar una actitud atrevida, de apertura al
cambio, de innovación. Las inercias requieren fuerzas que se les opongan para
modificar la dirección. El problema surge cuando uno espera que se produzcan
variaciones en el exterior sin cambiar nada".
Para comenzar esta
transformación, Raquel Roca, autora de Knowmads, los trabajadores del futuro,
plantea un autoanálisis, preguntarse esas cosas que dan tanto miedo:
"¿Estoy haciendo lo que realmente quiero?, ¿me realiza mi trabajo?,
¿conecta mi propósito de vida laboral con la personal?, ¿me divierto con lo que
hago?, ¿qué es lo que realmente hago bien?". Afirma Roca que "si no
nos conocemos seremos víctimas más fáciles del estancamiento, de la rutina, de
la frustración y de la invisibilidad. Además es necesario salir fuera de nuestra
caja rutinaria de trabajo, acercarse a personas, a eventos y espacios que nos
recarguen de energía positiva". Beatriz Cabello, responsable de promoción
interna de Adecco, apuesta además por "continuar trabajando en nuestra
capacitación y formación; esto nos aportará los conocimientos y habilidades
necesarias para materializar nuestro futuro profesional".
Mientras que José Ignacio
Jiménez, socio de Talengo, ilustra este proceso a través del modelo de
aprendizaje '70, 20,10', es decir, "el 70% de tu preparación depende de ti
mismo, el 20% de los inputs de tus jefes, y sólo el 10% procede de la formación
académica, másteres o posgrados. El porcentaje más elevado tiene que ver, por
tanto, con tu capacidad para asumir riesgos y tomar decisiones, con coger la
carrera profesional por las solapas y avanzar". Gustavo Piera, consultor y
presidente de CMR Ibérica, añade la humildad, "reconocer que no se sabe
hacer de todo y para pedir ayuda a quienes nos rodean; sin olvidar el coraje
que se necesita para escuchar lo que no se quiere oír, y la disciplina que se
requiere para cambiar y poner en marcha lo que queremos hacer".
Príncipe destronado
Tarde o temprano, todos los
profesionales padecerán este síndrome. Hiller-Fry menciona un estudio publicado
por CIPD en 2017 que recoge que el 30% de los empleados considera que no va a
ver realizadas sus aspiraciones profesionales en la compañía en la que trabaja,
mientras que un 36% aprecia oportunidades de avanzar en la misma empresa.
"Es significativo que la percepción de estancamiento está tan extendida
como la percepción de posibilidades de carrera", observa. San Andrés
afirma que "ninguno somos figuras irremplazables en la empresa y lo que
hacemos sólo es temporal. Si uno no entiende eso llegará a sentirse inútil o
despreciado. Conversar con gente sabia puede ayudar. Reenfocar nuestra
situación con sano realismo, resaltando nuestros logros".
La ergofobia y la fobia profesional
La fobia es la exacerbación del miedo y requiere un tratamiento, no es
nada trivial para cuando es de tipo laboral. Alejandro Busto, psicólogo y
consultor de formación en Infova, explica que "el miedo es también la
emoción preferida en términos de poder para ejercer el control". Por eso
apela a la responsabilidad empresarial a la hora de gestionar equipos y a la
forma de relación con los mandos, como se comunica y se gestionan los problemas
y el impacto sobre personalidades concretas como los culpables de estas fobias.
"Seres humanos con bajos niveles de tolerancia a la frustración, sensibles
al estrés, con dificultades para mantener su criterio, su propia luz, con
extrema necesidad de ser aprobado en su gestión, tendrán más papeletas de
padecer crisis como las que comentamos. Se da el entorno y el espacio interno
en el que el miedo anida". En cuanto a la terapia, Busto subraya que se
suelen abordar la fobias laborales en relación a los síntomas y sin profundizar
en las causas internas: "La decisión de cambio de entorno puede funcionar
un tiempo, pero si no se hace un trabajo personal, para entender el síntoma y comprender
'por qué' antes que el 'cómo', el profesional repetirá cuadros como los
comentados. Se trata de aceptar el miedo, como una parte más de nosotros. El
problema nunca está en sentir miedo, sino qué decisiones tomamos partiendo del
mismo".
Expansión
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