Los cuatro pilares de un liderazgo estable
Según Mike Myatt, colaborador de Forbes, son los más capaces de desarrollar el talento de su equipo
Una de las cualidades más
admiradas en los líderes es la estabilidad, porque proporcionan una
mayor estabilidad en las demás. Son líderes que generan confianza y
alrededor de los cuales las personas se sienten más cómodas y son más
capaces de desarrollar todo su talento. La inestabilidad propia de la
situación los hace más necesarios que nunca pero también más difíciles
de encontrar.
Según Mike Myatt, colaborador de Forbes, estas son las cuatro actitudes que los definen.
1. Fuertes convicciones
Los líderes estables mantienen una predisposición abierta a nuevas
propuestas, pero también saben dónde van y para ello mantienen fuertes
sus principios y convicciones. Sus valores, y no la opinión de los
demás, es lo que impulsa sus acciones. No siempre se puede estar de
acuerdo con ellos pero como mínimo siempre sabremos a qué atenernos. Lo
que estos líderes tienen claro es que los propósitos son más importantes
que los resultados a corto plazo.
2. Formación continua
Tanto si uno es CEO como si es dependiente, su rendimiento siempre está
relacionado con su preparación aunque ahora la posición pueda no
ajustarse a sus capacidades. Cuando la situación mejore, que lo hará,
cada uno será lo que haya sido en su formación y en su aprendizaje
continuo de cualquier experiencia vital. Y los líderes estables lo son
en cualquier posición, aunque no tengan mandos de líder (todavía).
3. Compasión por el entorno
Los líderes más estables asientan su éxito sobre la base del cuidado y
el bienestar de aquellos a quienes dirigen. Tienen un sesgo natural
hacia la empatía y el comportamiento compasivo, que les hace ser mejor
percibidos por sus subordinados. Cuando aquellos a los que tienes que
dar órdenes te importan, y no solo sobre el papel, se crea un estado de
confianza y permanencia que no se encuentra alrededor de los líderes
menos sensibles.
4. Libertad para fracasar
Los líderes estables no tienen miedo a equivocarse siempre que tengan
controlados los riesgos del posible error, y así se lo hacen saber
también a su equipo, para que pueda pensar en grande y probar cosas
nuevas, cosas diferentes. Para ello es necesario no castigar a los que
se arriesgan y erran, pero si recompensar positivamente a los que se
arriesgan y ganan.
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