En los próximos años desaparecerán algunos trabajos tradicionales 
como los cajeros y los agentes de viajes por la irrupción de robots y 
las nuevas tecnologías, y surgirán otros ligados al mundo digital.
Según el informe The future of employment, realizado
 por los profesores de la Universidad de Oxford Carl Benedikt Frey y 
Michael A. Osborne, el 47% del empleo total está en situación de alto 
riesgo, "ya que muchas de sus ocupaciones son susceptibles de ser 
automatizadas en una o dos décadas". En una primera fase, la mayoría de 
los trabajadores del sector del transporte y de la logística, así como 
los administrativos y, en general, todos los relacionados con la 
oficina, y los vinculados a los procesos de fabricación y producción, 
"son susceptibles de ser sustituidos por el capital informático".
Cajeros, asesores fiscales y arquitectos, fuera
Lo que no esperábamos es que, como señala
 el informe, una parte importante del empleo en servicios, ventas y 
ocupaciones de la construcción también cuente con una elevada 
probabilidad de ser informatizado. El mercado de robots de servicios 
personales y domésticos ya está creciendo un 20% anual y en la medida en
 que se vayan mejorando las prestaciones de los ingenios mecánicos, 
disminuirá la ventaja comparativa del trabajo humano. En segundo lugar, 
aun cuando la actividad comercial requiera de un grado evidente de 
presencia personal y de inteligencia social, algunas de sus áreas, como 
los cajeros, los empleados de mostrador y los teleoperadores de 
marketing verán cómo el número de sus puestos de trabajo desciende 
sensiblemente. En tercer lugar, la prefabricación transformará las obras
 de construcción, lo que terminará por reducir sustancialmente la mano 
de obra empleada.
La mecanización y la informatización no pueden cesar. No puedes volver a meter al genio en la botella
Para
 ser claros, la mecanización siempre nos ha costado empleos. El telar 
mecánico por ejemplo puso a tejedores fuera del negocio. Pero también ha
 creado trabajos. Los mecánicos tenían que mantener las máquinas en 
marcha, los maquinistas tenían que hacer partes para ellos, y los 
trabajadores tenían que atenderlos, y así sucesivamente. Muchas veces 
aquellos en una profesión podrían pivotar a otro. A comienzos del siglo 
XX, por ejemplo, los automóviles estaban sacando a los herreros del 
negocio. ¿Quién necesitaba herraduras? Pero pronto se volvieron 
mecánicos.
La mecanización y la informatización no 
pueden cesar. No puedes volver a meter al genio en la botella. Y todo el
 mundo debe tenerlo, eventualmente. La mentalidad es la siguiente: otros
 países usarían esa tecnología para obtener una ventaja competitiva y, 
por lo tanto, debemos adoptarla. Eventualmente, nuevas startups
 tecnológicas y otros negocios podrían absorber a aquellos que han sido 
desplazados. Pero el ritmo es seguro que se moverá demasiado despacio 
para evitar una catástrofe importante.
Subempleo masivo
"La buena noticia es que los trabajos que
 requieren creatividad, inteligencia social y un alto nivel de 
complejidad o destreza no corren gran peligro", advierte el ingeniero y 
matemático Michael Osborne. "En algunas profesiones, la automatización 
forzará grandes cambios, pero no tiene por qué suponer la destrucción 
masiva de empleos".
"La gran pregunta es: ¿Hasta dónde 
llegarán las máquinas?", advierte finalmente Andy Haldane, desde la 
atalaya del Banco de Inglaterra. "Hay una gran posibilidad de que el 
espacio reservado a las habilidades humanas siga encogiéndose aún más. 
Si esta visión fructifica, por futurista que pueda parecer, existirá el 
riesgo de un desempleo o un subempleo masivo, y un ensanchamiento de la 
brecha de salarios, entre los que ocupan posiciones altamente 
especializadas y el resto de la población".
 

 
 